Los pingüinos sueñan continuamente como arma de supervivencia en su entorno hostil
Los pingüinos barbijo han desarrollado una estrategia evolutiva para adaptar su sueño a las duras condiciones antárticas: aunque duermen 15 horas al día, lo hacen sumando hasta 10.000 microsiestas que duran pocos segundos. Y mientras duermen, sus cerebros reflejan la misma actividad neuronal de los pájaros: cada hemisferio descansa en total entre once y doce horas.
Los pingüinos barbijo (Pygoscelis antarcticus) son
una especie de pingüino que habita en varias islas y costas del Pacífico Sur y
el Océano Antártico.
Su nombre se debe a la estrecha banda negra que
tienen debajo de la cabeza, que parece una barbilla. Son aves marinas muy
sociables y ruidosas, que forman grandes colonias de miles de individuos.
Los pingüinos barbijo también duermen: el sueño
permite la recuperación física y mental, la regulación de los ritmos
circadianos y el procesamiento de la información.
Sin embargo, el sueño también implica una
vulnerabilidad, ya que reduce la capacidad de reaccionar ante estímulos
externos. Por eso, muchos animales han desarrollado estrategias para adaptar su
sueño a las características de su hábitat y su estilo de vida.
Los pingüinos barbijo son un ejemplo de esta
adaptación. Estas aves pasan la mayor parte de su vida en el mar, donde se
alimentan de peces, krill, camarones y calamares. Sin embargo, cada año, entre
noviembre y marzo, regresan a la tierra para formar parejas, poner huevos y
criar a sus polluelos.
Durante este periodo, los pingüinos barbijo tienen
que soportar temperaturas de hasta -20°C, vientos de hasta 100 km/h y la
presencia constante de un depredador de huevos, el págalo polar.
Además, tienen que compartir el espacio con miles de
otros pingüinos, lo que genera ruido y movimiento constante y dificulta
conciliar el sueño.
Para averiguar cómo duermen los pingüinos barbijo en
estas condiciones, un equipo de científicos franceses y coreanos realizó un
experimento con 14 individuos reproductores de una colonia situada en la
Península Barton (62°14.30 S, 58°46.50 W), al sureste de la Isla Rey Jorge, en
la Antártida.
Los investigadores colocaron unos dispositivos
llamados acelerómetros en las cabezas de los pingüinos, que registraban sus
movimientos y la actividad cerebral: les permitían analizar de forma remota las
funciones corporales de los pingüinos y su paradero.
También grabaron muchas horas de la vida de estos
pingüinos cuando estaban en sus nidos, para registrar el comportamiento del
sueño en el momento de la crianza.
Los acelerómetros recogieron los datos durante 10
días, entre noviembre y diciembre de 2020, cuando los pingüinos estaban
incubando sus huevos o cuidando de sus crías.
Los resultados, publicados en la revista Science,
mostraron que los pingüinos barbijo duermen más de 10.000 veces al día durante
unos cuatro segundos cada uno.
La siesta más larga observada duró 34 segundos, pero
la mayoría duró menos de 10 segundos. En total, los pingüinos duermen casi 15
horas al día.
Durante las siestas cortas, en el cerebro de los
pingüinos se producían señales nerviosas típicas del sueño de los pájaros: sólo
uno o ambos hemisferios del cerebro estaban activos mientras dormían. Sin
embargo, cada hemisferio del cerebro duerme en total entre once y doce horas.
Los científicos observaron microsueño tanto en
pingüinos que se reproducían activamente en el nido como en aquellos que buscaban
comida en ese momento.
Observaron que las siestas durante la fase de
anidación fueron ligeramente más cortas y frecuentes que durante la caza. En
general, los animales durmieron menos en el mar, pero luego lo compensaron,
informan los investigadores.
Este comportamiento durante el sueño no tiene
precedentes en el reino animal, enfatizan los científicos, para quienes no está
claro si surgió debido a una ventaja biológica o si representa una reacción al
ruido.
Los análisis mostraron también que los pingüinos
dormían más profundamente y durante más tiempo durante el día que durante la
noche.
Aunque sus nidos estaban en el borde de la colonia
de pingüinos, los cortos períodos de sueño eran más largos y profundos, según
mostraron los datos.
Por lo tanto, los científicos sospechan que este
microsueño no sólo puede servir para protegerse contra depredadores, sino
también de sus congéneres, que son ruidosos y agresivos y perturban el sueño.
Los autores del estudio sugieren que este patrón de
sueño podría ser una adaptación evolutiva de los pingüinos para sobrevivir en
un entorno extremo y variable, donde el sueño profundo y prolongado podría ser
peligroso.
Además, los pingüinos barbijo tienen que cuidar de
sus crías durante el verano, lo que implica un gran gasto de energía y una
mayor necesidad de descanso.
Sin embargo, los científicos reconocen que se
necesita más investigación para comprender mejor los mecanismos fisiológicos y
ecológicos que regulan el sueño de estos animales.
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