Hallados restos de piel de reptil de hace 290 millones de años
En el Carbonífero, período geológico de hace 359 a
298 millones de años, algunos tetrápodos salieron del agua. Ahora han
descubierto piel de hace 289 millones de años de un amniota, un animal ya
plenamente terrestre. El tegumento conserva varias de sus capas y por los
patrones que presenta, con escamas y protuberancias, todo indica que tenían una
epidermis similar a la de los lagartos. Esta innovación fue clave para que los
amniotas, antecesores de reptiles, aves y mamíferos, conquistaran todo un nuevo
territorio, los continentes.
La piel, como el resto de tejidos y órganos, se
lleva mal con el paso del tiempo. Las bacterias de dentro y todos los
microorganismos exteriores, la acción del oxígeno y las reacciones químicas con
los minerales con los que entra en contacto, dejan a cualquier vertebrado en
los huesos. Son los dientes y la osamenta lo que mejor se conserva, como la de
una ballena de hace 40 millones de años, que está considerado el animal más
pesado que haya habitado jamás la Tierra.
Pero, en ocasiones, se fosilizan las partes blandas,
al mineralizarse, quedando como una mancha con relieve sobre la piedra. Más
raro aún es el hallazgo de piel que conserva su estructura tridimensional, como
la que acaban de descubrir ahora paleontólogos canadienses. Y este caso es aún
más excepcional porque la epidermis en cuestión es de uno de los primeros animales
terrestres.
La piel, encontrada en el yacimiento de Richard’s
Spur, Oklahoma (EE UU), está fragmentada y todos los trocitos juntos no son más
grandes que una uña, pero su estudio al microscopio reveló tejidos epidérmicos,
un sello distintivo de la piel de los amniotas. Tal y como detallan los
investigadores en la revista científica Current Biology, el tegumento conserva
tubérculos convexos, como las protuberancias que hay en la piel de cocodrilo, y
la parte más exterior está formada por escamas terminadas en tejido córneo,
formado por queratina endurecida.
Para el paleontólogo de la Universidad de Toronto
(Canadá) Robert Reisz, autor sénior de esta investigación, “la presencia de
este tipo de piel indica que estamos ante un animal plenamente terrestre”. Se
cree que en la larga transición al nuevo modo de vida, debieron de existir
grupos de animales que, como los anfibios, tenían características
semiacuáticas. “Los trabajos geológicos y paleoclimatológicos indican que este
animal vivía en un ambiente tropical, con un clima de tipo monzónico”, añade
Reisz.
Una epidermis como la descrita no podía ser un
anfibio. El tegumento de estos animales cuenta con glándulas que lo mantienen
húmedo, algo que no hacía falta en un ambiente seco. Además, su piel desnuda
les sirve para respirar el oxígeno, lo que no podrían hacer con escamas
queratinizadas. “Los primeros vertebrados terrestres también incluyeron a
anfibios, pero aquí estamos hablando de amniotas. Esto significa que los
primeros amniotas, el ancestro común de los reptiles, aves, mamíferos vivos y
sus parientes extintos, tenían este tipo de piel”, termina el profesor Reisz.
Los amniotas son animales vertebrados de cuatro
patas. Una de las mayores innovaciones que le permitieron la vida en la porción
terrestre del planeta fue el desarrollo de hasta cuatro capas que protegen al
embrión, alojando alimento y humedad. Con esto, se hizo posible la reproducción
ovípara en un entorno seco. Pero estos recién llegados lo hicieron con otras
innovaciones, como la respiración exclusivamente pulmonar o la piel seca.
Gracias a la acumulación de queratina en la epidermis, las escamas formaron una
barrera que, mientras impide la deshidratación, protege de las agresiones del
exterior, como la lluvia o los rayos del Sol.
Junto a esta piel también se encontraron rastros de
epidermis fosilizados adheridos a las vértebras de un pequeño animal, el
Captorhinus aguti, un amniota de apenas 30 centímetros. Esto lleva a Ethan
Mooney, primer autor del estudio y también de la Universidad de Toronto, a
sugerir que la piel que han descubierto sea de este mismo animal: “Es razonable
suponer que estos fragmentos de piel aislados son en realidad de un C. aguti
porque tienen componentes córneos y también vemos estructuras córneas
dispuestas en bandas en el esqueleto de uno de estos animales”.
Además, en el mismo yacimiento se han encontrado
cientos de miles de huesos y la mayoría son de esta especie. “Este animal fue
el más abundante en este sitio y también es uno de los primeros reptiles, por
lo que consideramos que hay evidencias de que posee estructuras de piel al
menos similares. Así que es probable que le pertenezcan, pero no podemos
decirlo con certeza”, añade Mooney.
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