Islandia va a perforar pozos hasta una cámara volcánica de magma
Krafla Magma Testbed (KMT). Así se llama el proyecto islandés que desde 2014 aspira a crear "el primer centro de magma del mundo", una instalación con acceso directo a una cámara de roca fundida y con la que los científicos aspiran a estudiar mejor este material, la energía geotérmica y los volcanes. Para lograrlo los responsables de KMT se han fijado en un lugar muy concreto: una prometedora cámara de magma situada bajo la Caldera Krafla, en el norte de Islandia.
"Krafla Magma Testbed será el centro
internacional para desarrollar nuestra ciencia de la tierra, explorar nuevas
formas de entender y vigilar los volcanes, revolucionar nuestra capacidad de
extraer y sacar partido de fuentes de energía geotérmica y probar nuevas
tecnologías y materiales para soportar las condiciones más extremas de la corteza
terrestre", explican sus impulsores.
Pozos kilométricos. En su web KMT explica que su
objetivo es construir "pozos estables" para el muestreo y seguimiento
de masas de magma localizadas a unos 2,1 km de profundidad. En concreto los
responsables del proyecto hablan de dos canales: el KMT-I, que servirá como un
"sondeo de monitorización de 2100 m de profundidad" y aspira a ser
"el primer observatorio permanente de magma"; y KMT-II, un conducto
planteado a modo de "banco de pruebas" en el que desarrollar experimentos
y estudiar la energía geotérmica.
Hace unos días, durante una entrevista con New
Scientist, los responsables del programa iban un poco más allá y desgranaban
parte de su cronograma. Si todo va según lo pr
evisto, su propósito es perforar
la cámara a partir de 2026, abriéndose paso con un taladro durante dos meses
hasta lograr su meta. Con ese primer paso esperan ampliar sus conocimientos
sobre la roca fundida y su entorno. Cuando el primer conducto esté en marcha,
los expertos empezarán a trabajar en la nueva galería. Sus responsables
plantean disponer de un centro ya en 2027.
¿Por qué la caldera de Krafla? Que los geólogos se
hayan centrado en el noroeste de Islandia no es casualidad. Habitualmente los
geólogos no saben dónde se localizan las cámaras de magma y carecen de técnicas
capaces de identificarlas de forma "satisfactoria". Hace años en
Krafla se toparon sin embargo con magma a 2,1 km de profundidad. El hallazgo
fue posible gracias a una cadena de estudios y casualidades: primero se
identificó una posible cámara de roca fundida a entre 3 y 7 km bajo el volcán y
luego un consorcio privado y gubernamental, IDDP, se lanzó a perforar en busca
de agua supercrítica para producir energía geotérmica.
La idea pasaba por descender hasta los 4 km, una
distancia que, creían, les permitiría acercarse a una distancia segura del
magma. Cuando en 2009 rondaban ya los 2,1 km se toparon sin embargo con que la
perforadora se había atascado con obsidiana, un vidrio volcánico
particularmente duro. Habían dado con una cámara de magma. "Fue totalmente
inesperado", reconoce Bjarni Pálsson. New Scientist recuerda que hay
constancia de otros dos encuentros accidentales en Kenia y Hawái, lo que
demuestra que se puede perforar el magma de forma segura.
Un espacio bien estudiado. "Krafla es uno de
los sistemas geotérmicos más investigados del mundo y se conoce la ubicación de
un cuerpo de magma a una profundidad relativamente baja", subrayan los
responsables del proyecto KMT, que recuerdan que la caldera se localiza en el
noroeste de Islandia y presenta 10 km de diámetro con una zona de fisuras de 90
km de largo. Por sus características a menudo se conoce como "la cuna de
la energía geotérmica" del país. De hecho, Landsvirkjun, la compañía
nacional de energía de Islandia, aprovechó durante nueve meses la perforación
que se había realizado allí para generar energía.
Un laboratorio único. KMT es un proyecto ambicioso,
pero sus impulsores persiguen varios objetivos: comprender mejor el magma, su
evolución y relación con las rocas y sistemas hidrotermales, y mejorar de paso
nuestra capacidad para monitorear e incluso anticiparse a la actividad
volcánica. Semejante meta no es una cuestión menor en Islandia, un país que ha
permanecido en vilo durante semanas por el riesgo de erupción en los
alrededores de Grindavík.
"Los riesgos volcánicos trascienden las fronteras
nacionales. Gracias a la perforación e instrumentación en el magma, Krafla
Magma Testbed revolucionará la vigilancia de los volcanes, lo que dará lugar a
resultados pioneros sobre la forma en que el mundo lee las señales de agitación
volcánica —señalan sus responsables—. Esto supondrá un salto en las medidas de
protección civil para los 800 millones de personas que viven a menos de 100
kilómetros de un volcán activo".
Objetivo: ciencia y energía. Con los pozos de KMT,
los geólogos buscan algo más. Lo primero, dotarse de "la primera
instalación de investigación de magma", un centro que nos ayude a despejar
los misterios sobre las cámaras de roca fundida y donde puedan usar sensores de
temperatura e incluso de presión. "Desenterrará muestras de magma y
proporcionará observaciones directas que nos permitirán comprenderlo mejor.
Permitirá examinar las propiedades del interior profundo de la Tierra y crear
nuevos modelos sobre cómo funciona el planeta", añaden.
Otro de sus objetivos es impulsar la geotermia, una
valiosa fuente de energía renovable. Al igual que otros países con actividad
volcánica, Islandia ya tiene turbinas que se aprovechan de la geotermia, pero
los expertos apuntan el potencial de la "geotermia supercaliente".
KMT aspira a "abrir la puerta a abordar el reto definitivo de aprovechar
la energía geotérmica directamente de la roca fundida a 900 grados para ayudar
a resolver los retos energéticos del planeta".
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