ÚLTIMA HORA | EE UU pierde el control del ‘Peregrino 1’, el módulo privado con el que pretendía volver a aterrizar en la Luna
El módulo Peregrino 1 ya volaba hacia la Luna, en
una misión que pretende ser la primera iniciativa privada en lograr un
aterrizaje suave sobre el satélite, cuando “ocurrió una anomalía”. Siete horas
después de un exitoso lanzamiento desde Cabo Cañaveral a bordo del cohete
Vulcan Centaur, la empresa encargada del módulo lunar, Astrobotic, anunciaba
que no había podido orientarlo hacia el Sol para alimentarse de su energía. De
momento, los técnicos de la compañía están tratando de retomar las riendas de
la situación, explica en un comunicado. Es el primer intento de vuelo robótico privado
a la Luna de la iniciativa CLPS (Servicios de Carga Útil Lunar Comercial, de
sus siglas en inglés) de la NASA, que es una parte del plan de retorno a la
Luna dentro del programa Artemisa, en el que colaboran EE UU, Europa, Japón y
otros países. Hasta ese fallo, se habían ido cumpliendo todos los pasos
preliminares de ese plan para asentar colonias lunares a finales de esta década
y preparar el asalto a Marte dentro de 20 años.
“Son exploradores que van antes que nosotros”, dijo
el administrador de la NASA, Bill Nelson. 52 años después de la última vez que
EE UU posó una nave en la Luna, aquella vez con la tripulación humana de la
misión Apolo 17, Nelson ha asegurado que el lanzamiento de hoy de un vehículo
robótico que lleva carga a la superficie lunar “es un gran salto para la
humanidad. Estas misiones de alto riesgo no solo llevarán a cabo nuevas
investigaciones científicas en la Luna, sino que también ayudarán a construir
una nueva economía comercial en el espacio”. El máximo dirigente de la agencia
espacial estadounidense ha recalcado que estas misiones de la iniciativa CPLS
“nos ayudarán a entender la evolución de nuestro sistema solar y a dar forma a
la exploración humana para el programa Artemisa”.
Casi seis
décadas después de que, el 3 de febrero de 1966, la Unión Soviética lograse
aterrizar con suavidad en la Luna con su sonda Luna 9, colocar un artefacto
sobre nuestro satélite sigue siendo una empresa de alto riesgo. La India, que
alunizó con su módulo Vikram el año pasado y se convirtió en el cuarto país en
conseguirlo, había fracasado en un intento anterior, en 2019. Ese mismo año, la
compañía israelí SpaceIL, también se estrelló cuando trataba de ser el primer
proyecto privado en llegar, un hito que tampoco alcanzaron en 2023 los
japoneses de Ispace.
El Peregrino 1, que mide casi dos metros de alto por
dos y medio de ancho y tiene una capacidad de 120 kilos, partió desde Cabo
Cañaveral, en Florida (EE UU), a las 8.18 (horario peninsular español). Y lo
hizo a bordo del nuevo cohete de la United Launch Alliance (ULA, formada por
Lockheed Martin y Boeing Defense), el Vulcan Centaur. La misión tiene dos
novedades que añaden incertidumbre al proyecto: muchas características pioneras
del cohete y también el vuelo inaugural para los motores Blue Engine 4, de Blue
Origin, la compañía de Jeff Bezos. A pesar de esas incógnitas, el presidente de
la ULA, Tory Bruno, declaró que “la cuenta atrás ha sido sorprendentemente
tranquila. De hecho, pensé que me estaban fallando los auriculares porque no me
llegaba ninguna comunicación. Ha sido un lanzamiento muy limpio, especialmente
teniendo en cuenta que era el primero”.
Si todo funcionara según lo previsto, el viaje hasta
la Luna durará casi siete semanas. Primero, a finales de enero, el Peregrino 1
llegará a la órbita lunar; y luego, habrá que esperar aún un mes más hasta su
intento de aterrizaje, programado para el 23 de febrero en la región Sinus
Viscositatis (Bahía de la Viscosidad), un territorio bautizado así en 2022 y
sobre el que hace millones de años fluyó la lava.
El módulo de aterrizaje transporta 20 cargas útiles,
incluidos cinco instrumentos de la NASA. La agencia espacial, que se puso en
manos de esta iniciativa privada en 2019, quiere tomar medidas de la atmósfera
lunar, la composición del regolito del suelo o el entorno radiactivo al que se
enfrentarán los astronautas. Junto a estas herramientas, hay objetos llegados
de siete países. Entre ellos, más material científico, como un detector de
radiación del Centro Aeroespacial Alemán, pero también cosas más simbólicas,
como una cápsula del tiempo con mensajes de 80.000 niños de todo el mundo, y
muestras de ADN y cenizas de 70 humanos enviadas por la compañía de entierros
espaciales estadounidense Elysium Space. Entre esas muestras están las del
creador de Star Trek, Gene Roddenberry, el escritor de ciencia ficción Arthur
C. Clarke, y tres presidentes de Estados Unidos: George Washington, Dwight D.
Eisenhower y John F. Kennedy.
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