Las 800 esferas magnéticas encontradas por Avi Loeb en el Pacífico podrían contener evidencias de vida alienígena

 

El distinguido físico teórico de Harvard, ha compartido detalles sobre un descubrimiento sin precedentes sobre la vida alienígena que podría alterar nuestra comprensión del universo. Mientras dirigía el Proyecto Galileo, una iniciativa de Harvard dedicada a la búsqueda de tecnología extraterrestre a través de la vigilancia constante del cosmos, Loeb y su equipo hicieron un hallazgo asombroso: más de 800 pequeñas esferas, extraídas de las oscuras profundidades del Pacífico, que podrían ser la clave para desentrañar el misterio de la vida más allá de nuestro planeta.

Loeb, autor de múltiples best-sellers y reconocido por su enfoque innovador en la astrofísica y la vida alienígena, reveló que estos objetos, denominados «esférulas», poseen una composición química nunca antes vista en la Tierra. La hipótesis principal sugiere que estas esférulas son residuos de un meteoro interestelar, abriendo la posibilidad de que sean de origen natural o artificial. Este descubrimiento proviene de una meticulosa expedición realizada en junio de 2023 a un sector remoto del Océano Pacífico, donde se recuperaron las esférulas del lecho oceánico, justo debajo del punto de explosión del meteoro, a unos 20 kilómetros sobre la superficie terrestre.

«Lo más interesante en mi campo de investigación en este momento son las esférulas del meteoro IM1 que recuperamos del Océano Pacífico», afirmó el Dr. Loeb.

El Dr. Loeb compartió su entusiasmo por el proyecto, destacando el carácter pionero de su equipo y la potencial revolución científica que estos hallazgos podrían desencadenar sobre la vida alienígena. «Lo más fascinante en mi campo actual de investigación son las esférulas del meteoro IM1 que recuperamos del Océano Pacífico», explicó. Según el físico, el meteoro original, que viajaba a una velocidad asombrosa de 60 kilómetros por segundo, claramente no estaba ligado gravitacionalmente al Sol, evidenciando su origen extraterrestre.

Dentro de este conjunto de 850 esférulas, aproximadamente el 10% presentan características nunca reportadas anteriormente en la literatura científica, lo que sugiere un origen extrasolar. Loeb enfatiza la importancia de continuar la búsqueda para hallar fragmentos más grandes que puedan ofrecer aún más información sobre este misterioso visitante interestelar. La esperanza es que estos hallazgos, a largo plazo, puedan ayudar a distinguir entre fenómenos naturales y artefactos artificiales.

El análisis inicial de las esférulas ha revelado altas concentraciones de elementos como berilio, lantano y uranio, una composición tan inusual que el equipo ha acuñado el término «BeLaU» para describirla. Estos fragmentos, al parecer procedentes de la superficie del meteoro, exhiben proporciones isotópicas de hierro distintas a cualquier material conocido en la Tierra, la Luna o Marte. Esta singularidad plantea interrogantes fundamentales sobre su procedencia y naturaleza sobre la alienígena.

«En nuestra expedición al lugar del meteorito recuperamos 850 esférulas que posiblemente sea de origen alienígena, que son gotas fundidas del tamaño de un grano de arena, de las cuales alrededor del 10% son de origen extrasolar nunca reportado en la literatura científica, mientras que el resto está hecho de energía solar. materiales del sistema.

«El siguiente paso es encontrar piezas más grandes, porque eso nos dirá mucho más sobre el meteoro original, y la próxima expedición del año que viene será más grande y más cara. «Encontrar piezas más grandes nos permitirá distinguir entre lo natural y lo artificial de origen alienígena».

Loeb también se refirió a la importancia de este trabajo en el contexto de la búsqueda de vida extraterrestre y alienígena y tecnología avanzada. Al describir las esférulas como «canicas magnéticas», el científico subrayó el esfuerzo titánico y los riesgos asumidos durante la expedición para recuperar estos objetos del fondo oceánico, a una profundidad de seis kilómetros. La misión, apoyada por una generosa donación de un millón y medio de dólares, implicó el diseño y despliegue de un trineo magnético capaz de recolectar partículas de tamaño milimétrico en una vasta área del lecho marino.

«Además de la composición de los objetos, creemos que otro argumento independiente de que el meteoro procedía de fuera del sistema solar es su velocidad, que cuando entró en el sistema solar era más rápida que el 95% de las estrellas cercanas al Sol.

Hace unos meses, se afirmó que habíamos encontrado cenizas de carbón, por lo que comparamos 55 elementos de la tabla periódica con la composición de las cenizas de carbón. Descubrimos que la composición de las esférulas es muy diferente y, más allá de toda duda razonable, no se trata de cenizas de carbón.

«Los científicos que hicieron esta afirmación no tenían acceso a nuestro material, simplemente no les gustaba ver una flor emergiendo sobre la hierba, simplemente les molesta ver nuestro descubrimiento.»

El proyecto ha contado con la colaboración de Stein Jacobsen, un destacado geoquímico de Harvard, y el apoyo de la Bruker Corporation de Berlín, lo que ha permitido un estudio detallado de las esférulas para encontrar vida alienígena. Tras la publicación de los primeros hallazgos, el equipo se prepara para presentar una descripción exhaustiva de sus descubrimientos en un artículo científico.

Mientras Avi Loeb y su equipo continúan desentrañando los secretos de estas misteriosas esferas para encontrar vida alienígena, la comunidad científica y el público en general esperan con anticipación más información que pueda ampliar nuestra comprensión del cosmos y, tal vez, revelar la existencia de civilizaciones avanzadas más allá de nuestro sistema solar. Este viaje de descubrimiento no solo desafía nuestras nociones actuales sobre el universo, sino que también invita a reflexionar sobre nuestro lugar dentro de este vasto y misterioso cosmos.

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