Monos de Centroamérica están cambiando de comportamiento para sobrevivir a la deforestación
En los bosques de en Panamá, Costa Rica, Nicaragua,
Guatemala, Honduras, El Salvador y hasta en el sur de México una amplia
diversidad de especies de monos despliegan una intensa vida social: juegan, se
pelean, se comunican (a veces con fuertes gritos) y se acicalan dentro sus
jerarquías. Muchos de ellos se encuentran amenazados por la drástica reducción
de su hábitat, por la caza furtiva o por la tala indiscriminada de árboles
donde pasan la mayor parte de su tiempo. Un ejemplo claro es el mono araña
(Ateles geoffroyi) que actualmente se encuentra en peligro de extinción
precisamente por la pérdida de su hábitat natural. Esta especie requiere de
grandes áreas de bosque para subsistir y es muy vulnerable a la deforestación:
“Poseen una baja tasa reproductiva y su población no puede reponerse fácilmente
por lo que esta especie sufre daños irreparables por esta causa”.
La pérdida de hábitat y la deforestación de los
preciados bosques donde viven están afectando no solo a la población total de
estos monos, sino que también está alterando su comportamiento sociales
naturales, adoptando conductas nuevas para asegurar su supervivencia. "Una
tendencia que estamos observando en los primates en todo el mundo es que cuando
se talan sus bosques, o logran adaptarse de alguna manera o su población
disminuye", explica Laura Bolt, primatóloga de la Universidad de Toronto
Mississauga.
Bolt también es miembro de la junta directiva de
Maderas Rainforest Conservancy en Costa Rica y dirige un proyecto en la
Estación de Investigación Biológica La Suerte (LSBRS) con el que pretende
estudiar a los monos antes de que estén al borde la extincióny proponer planes
de conservación para preservar parte de su hábitat y paisajes.
Las primeras conclusiones de este proyecto se han
publicado esta semana en el American Journal of Primatology y son el resultado
de seis años de trabajo (2017 a 2023) estudiando el comportamiento social de
primates en el noreste de Costa Rica, en selvas tropicales alteradas
antropogénicamente, es decir selvas que están siendo modificadas por actividades
humanas, ya sea por tala de árboles o por la creación de pastos y campos
agrícolas.
En Costa Rica, los monos araña están adaptados a
moverse por las partes más altas de los árboles durante la mayor parte de su
actividad. Prefieren comer las frutas más nutritivas, como los higos, que
suelen localizarse en árboles altos y maduros. Sin embargo ahora, en los
límites de la selva, los árboles suelen ser más pequeños y eso significa que
los monos están perdiendo buena parte de sus necesidades alimenticias. Esto les
ha obligado a moverse más tiempo por la superficie (en lugar de desplazarse por
los árboles) lo que les además de impedirles viajar con tanta facilidad y
gastar menos energía, también los está haciendo más vulnerables al ataque de
posibles depredadores.
El estudio engloba la observación de comportamientos
sociales de tres especies diferentes de monos: Los monos araña centroamericanos
(Ateles geoffroyi), los monos capuchinos de cara blanca (Cebus imitator) y los
monos aulladores (Alouatta palliata).
Las
observaciones para estas tres especies de monos apuntan a una alteración de
algunos patrones de conducta para aquellos que están expuestos a las zonas más
externas y menos densas, en comparación con los monos que siguen viviendo en el
interior de las selvas. Por ejemplo los monos capuchinos de cara blanca, que
son pequeños y vulnerables a depredadores, han cambiado sus pautas conductuales
y ahora exhiben comportamientos mucho más discretos para no llamar la atención.
Esto significa que ahora vocalizan, se comunican o pelean con menos frecuencia
que cuando vivían en regiones más protegidas de la selva.
“Si están en un área con árboles más pequeños, donde
es más fácil ser detectados por depredadores, significa que son especialmente
vulnerables y tiene sentido que los capuchinos intenten pasar desapercibidos
para no ser atacados”, explica la primatóloga.
Algo similar ocurre con los monos araña en los que
se ha observado un descenso en los comportamientos sociales para aquellos que
viven en el borde del bosque antropogénico, en comparación con el interior.
Aunque, curiosamente, los monos aulladores no parecen haber modificado aún sus
interacciones y siguen siendo tan sociales y ruidosos. "Esto podría ser
una preocupación a largo plazo para estos monos aulladores. “Es posible que
estos monos sólo sean capaces de vivir de una manera y no puedan adaptar sus
costumbres”, indica Bolt, y eso les coloca en una situación peligrosa.
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