Somos seres cuánticos

No soy especialista en mecánica cuántica, ni pretendo serlo. Pero sí que es un área que me gusta, me intriga y a la que espero dedicar mucho más tiempo en el futuro.

Lo que expongo en estas líneas son reflexiones que me han ido viniendo a la cabeza en un contexto de estudio de esta disciplina y otras anexas como la biología cuántica.

Quizá algunas de estas ideas que paso a exponer carecen de sentido o base científica y pido perdón, de antemano, por ello. No obstante, quiero dejar constancia por escrito de las mismas ya que interiormente me han hecho sentir que sí que tienen sentido, valga la redundancia.

Partimos de la base de que el ser humano es un ente cuántico. Según algunas de las leyes expuestas por expertos en la materia, tenemos:

1. Somos energía y la energía ni se crea ni se destruye, se transforma.

2. Cuando una consciencia inteligente observa las ondas de energía, el flujo de electrones se transforma en partículas.

3. Existe la transferencia de información en el espacio y el tiempo.

4 . Las ondas energéticas son información.

5. El cuerpo es energía de baja frecuencia pero la mente de alta frecuencia.

Con esos y otros conceptos como base, han llegado a mi mente distintas reflexiones:

Nos comportamos como una gran partícula en el “mundo real” y una onda en el mundo cuántico

La dualidad onda/partícula es una de las grandes bases de este área científica, sobre la que se sustenta el que puede ser el cambio de paradigma definitivo sobre nuestra comprensión de lo que somos.

En este sentido, el ser humano puede ser entendido como una gran partícula que vive en un ecosistema de colapso de función de onda continuo.

Participamos en él tanto como observadores como también en forma de partículas observadas/colapsadas. En este sentido, nuestro mundo físico es colapso, todo es partícula porque lo vivimos desde una consciencia individual y colectiva. Lo podríamos denominar como el metacolapso.

Sin embargo, en el plano cuántico actuaríamos como ondas con las características que ello conlleva y que puedo y quiero hilar con todo lo relativo a las experiencias cercanas a la muerte.

La experiencia cercana a la muerte es un limbo entre ambos mundos

En los últimos meses me he cruzado en varias ocasiones con este tema, de la mano de Manuel Sans Segarra.

Partiendo de sus vídeos sobre este tema, varias ideas brotaron en mi cerebro.

La experiencia cercana a la muerte nos sitúa en un limbo entre el “mundo real” y el universo cuántico. Allí, se es onda de manera momentánea para pasar a ser partícula cuando se atraviesa la luz.

Dicha luz de las experiencias cercanas a la muerte, desde un punto de vista cuántico, tiene sentido como lugar en el que ya somos capaces de mostrarnos como partícula por el resto de mentes racionales. Es decir, es el punto de acceso al “mundo real”. ¿Un agujero blanco?

En la experiencia cercana a la muerte, aunque el ser humano se autoperciba como partícula, es decir, con las mismas condiciones físicas que en el mundo que conoce, en realidad es una onda con sus características concretas.

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