Universo Holográfico: “La materia es luz congelada”
El físico teórico David Bohm introdujo conceptos revolucionarios que desafían nuestra comprensión convencional del universo y la materia. Bohm fue perseguido por sus ideas políticas y de alguna manera también fue marginado por su visión integral, encontrando similitudes entre las ideas del budismo, el hinduismo y el misticismo en general con la física. Aunque en algún punto fue uno de los físicos más prometedores de su generación, desarrollando la teoría de las variables ocultas, al final de su vida Bohm pasaba el tiempo en diálogos interdisciplinarios con Krishnamurti, el Dalái Lama y otros maestros espirituales.
Uno de los aspectos más fascinantes de su trabajo es
la idea de que la materia no es como la concebimos -sólida y separada de
nuestra cognición-, en realidad puede pensares mejor como luz congelada o
condensada. Esta noción sugiere una conexión íntima entre la luz, generalmente
percibida como una entidad etérea y transitoria, y la materia sólida que
constituye nuestro mundo físico. Bohm articula esta idea con claridad: "La
masa es un fenómeno de conexión de rayos de luz que van y vienen, como
congelándolos en un patrón. Así que la materia, por así decirlo, es luz
condensada o congelada" (R. Weber, "Dialogues with Scientists and
Sages: The Search for Unity", 1986).
La propuesta de Bohm ofrece una perspectiva
radicalmente diferente sobre la naturaleza del universo. Sugiere que la materia
en realidad deriva de un proceso en el que la luz se condensa en patrones. Esta
idea no solo desafía nuestra percepción de la materia, sino que también implica
una profunda interconexión en el universo. La materia, en este contexto, no es
más que una manifestación de la luz, implicando que en el nivel más
fundamental, todo en el universo está interconectado a través de la luz.
Bohm extendió esta concepción para desarrollar la
teoría del orden implicado o el universo holográfico. En esta teoría, propone
que la realidad tal como la experimentamos es solo la superficie, el orden
explícito, de una realidad mucho más profunda y fundamental. En el orden
implicado, todo está entrelazado; cada parte del universo contiene la totalidad
en sí misma, similar a cómo cada parte de un holograma contiene la imagen
completa.
La idea de que la materia es luz condensada también
tiene implicaciones profundas para entender la conversión de la energía en masa
y viceversa, como se describe en la famosa ecuación de Einstein, E=mc^2. Bohm y
otros científicos han explorado cómo la luz y la materia pueden transformarse
entre sí, lo que subraya la fluidez y la intercambiabilidad de las formas de
energía en el universo. Esta comprensión apunta a una realidad fundamental en
la que la luz, la materia, y la energía son manifestaciones de una misma
esencia.
Además, Bohm reflexiona sobre cómo sería el universo
desde la perspectiva de la luz, sugiriendo un mundo sin tiempo ni espacio tal
como los conocemos. Esta idea resuena con las descripciones matemáticas y
poéticas de un reino atemporal y aespacial, iluminando la naturaleza
fundamentalmente diferente de la realidad cuando se la observa más allá de las
limitaciones humanas.
La idea de que la materia es luz congelada sugiere,
además, una noción que aparece en lo que podríamos llamar "filosofía
perenne", en diversas tradiciones religiosas. La luz es concebida como la
naturaleza en su sentido más puro, divino e identificada con la inteligencia o
la conciencia. En un sentido último la energía del universo y la conciencia son
dos aspectos de la misma esencia trascendental e inmanente a la vez, que
compone, por así decirlo, el cuerpo de la divinidad. Por supuesto, Bohm no
llega a este nivel, pero sí sugirió que la conciencia es la realidad última del
universo y su pensamiento inclinado a la unidad de todas las cosas implicaría
que la luz es este principio mismo de conocimiento.
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