Ríos de Alaska se tiñen de naranja y ponen en alerta a los científicos
Una investigación que se llevó adelante en la
Cordillera de Brooks partió de la observación de 75 arroyos en la zona; en los
últimos diez años hubo modificaciones producto del cambio climático
Una investigación científica determinó que, producto
de la movilización de metales que se genera desde el deshielo hacia los
ecosistemas acuáticos, los arroyos del Ártico se oxidan y se pueden ver de
color naranja. Según determinaron, el fenómeno se genera por el calentamiento
global y el cambio climático que afecta esa zona.
El trabajo se realizó a partir de la observación de
75 arroyos en la Cordillera Brooks, en Alaska. “Presentamos una amenaza
emergente para las cuencas hidrográficas del Ártico”, advirtieron los
investigadores. En ese informe, detallaron que el color naranja del agua
“refleja una mayor carga de hierro y metales tóxicos”.
Los objetivos principales del análisis fueron
describir los cambios y explorar las causas potenciales del deterioro reciente
de los arroyos en la Cordillera Brooks para “identificar el momento de los
cambios en la calidad del agua y evaluar las consecuencias para los ecosistemas
acuáticos”, según indicaron.
Los científicos utilizaron un tipo de sensores que
les permitió determinar que este fenómeno en los arrojos de Alaska se produjo
en los últimos 10 años, “durante un período de rápido calentamiento y nevadas,
lo que sugiere que el deterioro probablemente se deba al deshielo del
permafrost”, es decir la capa de hielo permanente en el suelo que, al
descongelarse, “puede fomentar la erosión química de los minerales, la
reducción microbiana del hierro del suelo y el transporte de metales en las aguas
subterráneas a los arroyos”.
Los investigadores observaron 75 arroyos y
determinaron que el calentamiento global derrite una capa que hace que el
hierro caiga en el agua
Los investigadores observaron 75 arroyos y
determinaron que el calentamiento global derrite una capa que hace que el
hierro caiga en el agua
“Las
corrientes naranjas tienen un pH más bajo, una turbidez más alta y
concentraciones más altas de sulfato, hierro y trazas de metales, lo que
respalda la erosión de minerales de sulfuro como un proceso de movilización
primario. La decoloración de los arroyos se asoció con una disminución
dramática en la diversidad de macroinvertebrados y la abundancia de peces“,
remarcaron los especialistas.
Según determinaron en el documento publicado el 20
de mayo, “estos hallazgos tienen implicaciones considerables para el suministro
de agua potable y la pesca de subsistencia en las zonas rurales de Alaska”.
Además, le atribuyeron una gran responsabilidad de esto al “rápido
calentamiento del Ártico”.
“Los suelos
árticos contienen grandes cantidades de carbono orgánico, nutrientes, mercurio
y otros metales, muchos de los cuales se almacenan en suelos permanentemente
congelados o permafrost”, señala el documento. Tanto el calentamiento como el
aumento de las nevadas provocan deshielo generalizado, “que altera y genera
nuevas rutas de flujo hidrológico y moviliza componentes químicos descongelados
para su transporte desde los suelos a los arroyos y ríos”.
En el documento se aclara que hubo otros trabajos
que investigaron el destino del carbono y los nutrientes transportados desde el
permafrost a los ecosistemas acuáticos, pero que pocos estudios se centraron en
las causas de la movilización de hierro y metales. Por eso, “se sabe menos
sobre las consecuencias para la calidad del agua y las redes alimentarias
acuáticas”.
En tanto, advirtieron que este deshielo del permafrost
y su consecuente transporte de metales a los arroyos y ríos “puede representar
un riesgo imprevisto para la seguridad alimentaria, ya que las pesquerías de
subsistencia y los suministros de agua potable pueden degradarse en algunas
redes fluviales del Ártico”.
En diálogo con The Guardian, Brett Poulin, autor del
estudio y profesor asistente de toxicología ambiental en la Universidad de
California Davis, aclaró: “Es un impacto imprevisto del cambio climático lo que
estamos viendo en algunos de los ríos más antiguos de nuestro país”. Además,
concluyó que “podría estar cambiando el lugar donde los peces podrán vivir”.
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