Hace 1,6 millones de años los humanos sufrieron un cambio que cambió la historia del planeta

Determinar el origen del lenguaje humano es una tarea sumamente complicada debido a la ausencia de evidencia directa. La lengua, a diferencia de los restos materiales, no deja rastros físicos claros. Sin embargo, un reciente estudio del arqueólogo británico Steven Mithen sugiere que el lenguaje pudo haber surgido hace 1,6 millones de años en algún lugar del este o sur de África, mucho antes de lo que se pensaba. Mithen basa su hipótesis en un análisis exhaustivo de diversas evidencias arqueológicas, paleo-anatómicas, genéticas, neurológicas y lingüísticas.

La investigación destaca que durante el período comprendido entre los 2 millones y 1,5 millones de años atrás, los homínidos experimentaron importantes cambios evolutivos. Entre estos cambios se incluye un rápido crecimiento del cerebro y la aparición del lóbulo frontal, áreas asociadas con la producción y comprensión del lenguaje. Estos desarrollos anatómicos y cognitivos, combinados con la bipedestación avanzada y los cambios en la forma del cráneo, podrían haber sentado las bases para el surgimiento de un lenguaje primitivo.

Hasta hace poco, los expertos en evolución humana pensaban que los humanos empezaron a hablar hace unos 200.000 años. Sin embargo, la nueva investigación de Mithen, publicada este mismo mes, sugiere que el lenguaje humano rudimentario es al menos ocho veces más antiguo. Un factor clave en la aparición del lenguaje fue el aumento significativo del tamaño del cerebro humano desde alrededor de 2 millones de años antes de Cristo, especialmente después de 1,5 millones de años. Este crecimiento estuvo asociado con una reorganización interna del cerebro, incluyendo la primera aparición del área de Broca, vinculada con la producción y comprensión del lenguaje. Esta área parece haber evolucionado a partir de estructuras responsables de la comunicación a través de gestos con las manos y brazos.

Los primeros humanos, comparados con otros animales, no eran particularmente fuertes físicamente. Para sobrevivir, necesitaban compensar esta debilidad mediante una mayor planificación y coordinación en grupo, lo cual se facilitó con el desarrollo del lenguaje. Este periodo también coincide con la aparición de tecnologías más sofisticadas de herramientas de piedra y la transmisión cultural intergeneracional de conocimientos complejos.

 

La investigación de Mithen sugiere que ciertos aspectos de las primeras formas de lenguaje humano todavía perduran en los idiomas modernos. Plantea que algunas de las primeras palabras probablemente describían los objetos que representaban a través de sus sonidos o longitud. Esta continuidad entre los primeros lenguajes y los actuales podría permitir, en el futuro, una recreación tentativa de la organización y estructura de esos primeros idiomas.

La expansión geográfica y la complejidad cultural de nuestros ancestros también apoyan la idea de un lenguaje temprano. Hace aproximadamente 1,5 millones de años, los homínidos comenzaron a expandirse significativamente por el planeta. La comunicación eficiente habría sido crucial para la planificación y coordinación necesarias en la caza de grandes animales y en la supervivencia en diversos entornos ecológicos. Estas habilidades sugieren la existencia de un protolenguaje que facilitaba la transmisión de conocimientos y técnicas.

No obstante, la hipótesis de Mithen no está exenta de controversia. El antropólogo Robert Foley señala que el lenguaje oral requiere un control muscular específico del diafragma, evidenciado en la paleoantropología por una columna vertebral más ancha a esa altura. La falta de esta característica en los homínidos de hace 1,6 millones de años cuestiona la complejidad del lenguaje en esa época. A pesar de estos desafíos, la idea de un lenguaje temprano sigue siendo provocadora y abre nuevas vías de investigación.

La posibilidad de que todas las lenguas modernas desciendan de un protolenguaje primigenio es una de las hipótesis más fascinantes de Mithen. Esta idea sugiere que la reconstrucción del árbol genealógico de todas las lenguas humanas podría ser posible, aunque extremadamente difícil. La genética respalda esta teoría, indicando que los humanos modernos provienen de una población relativamente pequeña en África, lo que sugiere que las lenguas actuales podrían tener un origen común.,.

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