Uno de los descubrimientos paleontológicos del año: Hallan un toxodon de 2,6 millones de años en Argentina
Empezó con un estudio financiado por la Universidad
Nacional de los Comechingones en la provincia de San Luis, siguió con la
colaboración de tres instituciones con algunos de los investigadores en
paleontología más importantes de Argentina. Terminó con un artículo publicado
en la revista más grande sobre la temática. En el centro, un toxodon perdido en
el tiempo.
Manuel Gontero-Fourcade, Ignacio Duhalde, Agustín
Alaniz y Walter Coria, docentes y estudiantes de la UNLC, fueron a una salida
de campo en búsqueda de fósiles. Su destino: La formación Paso de las Carretas,
50 km al este de la Ciudad de San Luis. “Siempre digo que tenemos suerte,
sabemos dónde buscar, tenemos expertos, sabemos cómo medir, pero en cuatro años
de expediciones encontramos cuatro cráneos y tenemos diez hallazgos”, cuenta
Manuel Gontero, director del proyecto de investigación.
La formación Paso de las Carretas pertenece al
Neógeno (entre 23 y 2,6 millones de años atrás). “No es propiamente un
afloramiento, es un estrato que en vez de estar enterrado está a simple vista”,
dice Gontero. La salida fue financiada por los proyectos de investigación
internos de la UNLC; la particularidad es que no es común que una institución
financie p
royectos prospectivos, normalmente se financia una vez que hay hallazgos.
Pero esta universidad está financiando la formación de paleontólogos.
En esta salida encontraron una formación que les
tomó tres días extraer. “Fue un rescate, si dejábamos pasar el tiempo el lago
subía y se llevaba todo”, cuenta Gontero. El hallazgo se dio a las márgenes del
lago. El equipo de investigación se encontraba allí en colaboración con el
doctor Jorge Chiesa, del departamento de geología de la Universidad Nacional de
San Luis, quien tomó interés en el fósil, un segmento de mandíbula superior de
un toxodon.
Este hallazgo fue el puntapié para una colaboración
entre tres instituciones, la UNLC, la UNSL y el IANIGLA (Instituto Argentino de
Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales). “Nosotros conocíamos la
estratigrafía del lugar, pero identificar que especie era con tres dientes y un
pedazo de mandíbula era un trabajo muy complicado”, dice Gontero, y como
director del proyecto decidió contactar a la doctora Esperanza Cerdeño, una
experta en Toxodontidae, quien trabaja en el IANIGLA, dependiente del Conicet.
“Toxodonte significa diente curvo”, cuenta Manuel
Gontero mientras muestra la sección de mandíbula con esa formación, la pieza se
encuentra en la Colección de Historia Natural de la UNLC. Los toxodontes son
parecidos a los actuales rinocerontes y se extinguieron aproximadamente hace
50.000 años atrás, lejos de los 20 millones de años del Neógeno.
Eso disparó la curiosidad de Cerdeño, quien solicitó
una nueva estratigrafía. “Hicimos un nuevo estudio, de mayor profundidad, con
Chiesa y un estudio complementario”, cuenta Gontero. La estratigrafía es el
estudio y la descripción de los estratos, las capas de sedimentos de las
formaciones geológicas.
Los resultados confirmaron los datos iniciales, el
toxodon apareció en un estrato del neógeno, ahora había que identificarlo.
“Toxodon es una familia, para dar un ejemplo es como cánido, a la que
pertenecen los perros y los lobos”, explica Gontero. Al estudio se sumó la
doctora Gabriela Schmidt, otra experta en el tema.
“Ella es investigadora del Conicet, se interesó
también por el fósil y junto a un técnico paleontólogo que limpia el fósil de
una manera precisa para poder hacer las medidas exactas, hacen un juego de
filogenia”. Gontero explica que es un tipo de estudio que compara los
caracteres del hallazgo en una base de datos para determinar semejanzas. El
resultado indica a esta especie como un “Ocnirotherium. Intermedium“. Este
toxodonte tuvo las mayores similitudes con un ejemplar encontrado en Venezuela.
“Esto empezó siendo un trabajo pequeño en el que íbamos a describir que
encontramos este espécimen y terminó transformándose en un paper gigantesco”.
Según Gontero el paso lógico era enviar el trabajo a
una de las mejores revistas paleontológicas del momento, Taylor & Francis,
con sede en el Reino Unido. Se trata de una revista dentro del Q1, un indicador
llamado SCImago Journal Rank (SJR), que mide el nivel de influencia de las
revistas científicas en sus campos de investigación. El Q1 representa a
revistas con factor de impacto 75% por encima del resto en el mismo campo.
El trabajo fue presentado el 27 de abril de este año
y se publicó el pasado 14 de julio, “después de muchas idas y vueltas entre los
autores y los revisores de la revista”, dice Gontero. Es un trabajo que cambia
la perspectiva sobre los toxodontes y las eras en las que vivieron.
“Esto nos va a traer muchos beneficios porque la
UNLC ya realiza investigaciones paleontológicas de alto nivel científico”,
afirma Gontero. “Una cosa es dar clases y otra cosa es hacer paleontología, y
eso es muy interesante en una universidad donde recién arrancamos con investigación”,
cierra.
Este trabajo comenzó con los proyectos de
investigación internos de la UNLC que requieren a un director, un profesor
ayudante y estudiantes de la universidad. “En este caso somos un biólogo y un
geólogo, así se hace paleontología, es muy difícil que haya paleontólogos
formados, eso estamos formando en la universidad”.
Estos estudiantes participaron de lleno en todo el
proceso, estuvieron presentes en el sitio, rescataron el fósil, lo investigaron
y participaron de la elaboración del trabajo. “Estaban ahí a las tres de la
madrugada en invierno, nos servíamos coca y se congelaba en el vaso”, dice
Gontero.
El resultado es encontrar sus nombres y apellidos en
el título del trabajo, Ignacio Duhalde y Agustín Alaniz. “Esto es un logro, no
es común que los estudiantes tengan sus nombres publicados en artículo, les da
una competitividad enorme en el campo de estudio, y la Universidad de los
Comechingones tiene esta intención”, termina Gontero. (Prensa UNLC)
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