Regresa con éxito la misión ‘Polaris Dawn’, el gran salto para la exploración privada del espacio
Los cuatro astronautas comerciales de la misión
Polaris Dawn han regresado a la Tierra, tras amerizar con éxito en las aguas
del océano Atlántico, junto al parque nacional de Tortugas Secas (Florida, EE
UU) a las 9:37 hora peninsular española. Tras una hora de maniobras de
desorbitación y reentrada en la atmósfera, la cápsula Resilience pasó de
orbitar la Tierra a 27.000 kilómetros por hora a posarse a velocidad de paseo
en bicicleta. Con ese amerizaje suave, gracias al despliegue de cuatro
gigantescos paracaídas, culminó un vuelo de cinco días que ha llevado a los
tripulantes a 1.400 kilómetros de distancia de nuestro planeta, más lejos de lo
que nadie había llegado desde el último viaje a la Luna en 1972.
Con un “Bienvenidos a la Tierra, Polaris Dawn”
recibió el control de misión de SpaceX a la tripulación de la nave. Su
comandante, el magnate tecnológico Jared Isaacman, contestó con un lacónico:
“Misión completada”, desde el interior de la cápsula. Mientras tanto, fuera y
en medio de una oscuridad total —tres horas y media antes del amanecer en ese
santuario natural marino, situado entre Miami y La Habana (Cuba)—, varias motos
náuticas y drones se acercaban a ella para realizar las primeras comprobaciones
de seguridad, a la espera de que el barco de recuperación llegase y, una vez
colocada la astronave sobre él, la escotilla se abriese algo más de cuarenta
minutos después del amerizaje.
Este innovador vuelo espacial pasará a la historia
por su récord de altura orbital absoluto y también por haber completado los dos
primeros paseos espaciales privados, realizados por el propio Isaacman y la
ingeniera aeroespacial Sarah Gillis. Hasta ahora, esa hazaña de salir de una
nave al espacio abierto era algo que estaba reservado únicamente a astronautas
profesionales, pertenecientes unas pocas agencias espaciales gubernamentales.
No es la primera vez que el multimillonario Jared
Isaacman financia y lidera un vuelo espacial de SpaceX, una empresa del también
magnate tecnológico Elon Musk. En 2021, Isaacman pagó por hacer realidad su
sueño de ser el comandante espacial en la misión Inspiration4, que fue el
primer vuelo orbital tripulado en el que no participó ningún astronauta
profesional, solo civiles. Duró tres días y giró alrededor de la Tierra a un
máximo de 585 kilómetros —más alto que ninguna otra nave tripulada desde 1999—
en la misma cápsula, llamada Resilience, que también se ha usado ahora para la
misión Polaris Dawn.
Es una nave espacial de modelo Crew Dragon,
fabricada y operada por SpaceX, que las utiliza desde 2020 para transportar
astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional. De hecho, la
Resilience fue también la primera Crew Dragon que llevó una tripulación a la
ISS, retomando así una empresa privada la actividad que la agencia espacial
estadounidense realizaba hasta 2011 con sus propios transbordadores espaciales.
Momento en el
que la cápsula de la Polaris Dawn toca el mar en el parque nacional de Tortugas
Secas, frente a las costas de Florida, (EE UU), bajo los cuatro paracaídas de
frenado.SPACEX
Lo diferente de la Polaris Dawn es que es esta vez
es una misión colaborativa entre SpaceX e Isaacman, que inaugura el programa
espacial Polaris, destinado a explorar y ampliar los límites de los actuales
vuelos espaciales. En esta primera de las tres misiones planeadas dentro de
este programa se han alcanzado varios hitos, tanto para la astronáutica en
general como para los vuelos espaciales comerciales en particular.
Durante el segundo día de vuelo, la nave alcanzó una
altura máxima de 1.400 kilómetros de altura, en el apogeo de su órbita elíptica
alrededor de la Tierra. Eso es un récord absoluto en la historia de la carrera
espacial. Ningún vuelo orbital tripulado había subido tan alto. Solo la nave
Gemini 11 de la NASA había estado cerca, cuando en 1966 llegó a estar a 1.375
kilómetros.
Los astronautas que operan en las estaciones
espaciales se mantienen girando a unos pocos cientos de kilómetros de distancia
(por ejemplo, la ISS orbita a una media de 420 kilómetros de altura). Y lo
mismo sucedió con las misiones tripuladas Apolo en los años 1960 y 1970: tras
su lanzamiento, las naves se quedaban primero orbitando a pocos cientos de
kilómetros, hasta que un gran impulso las disparaba hacia la Luna. Solo
entonces, y no mientras orbitaban, aquellos astronautas llegaron a estar más
lejos de la Tierra que la Polaris Dawn. Y nadie ha vuelto a hacerlo desde que
el programa Apolo terminó en 1972, hace más de medio siglo.
Además, las dos tripulantes —Sarah Gillis y Anna
Menon—de la misión que acaba de terminar se han convertido en las mujeres que
más lejos han estado de la Tierra, pulverizando el anterior récord de la
astronauta de la NASA Kathryn Sullivan (621 kilómetros, en 1990). Antes que
Gillis y Menon, además, ningún otro trabajador de SpaceX se había convertido en
astronauta.
Subir tan alto significa que la nave empieza a salir
de la órbita terrestre baja y se empieza a internar en su frontera, marcada por
un cinturón de radiación. Eso supone un riesgo apreciablemente mayor que a la
altura de la ISS, y por eso la Polaris Dawn realizó varios experimentos
científicos destinados a evaluar los efectos sobre la salud de la radiación
espacial presente en esas zonas.
Los responsables de la misión defienden la utilidad
de estas pruebas como paso previo a las misiones de larga distancia, con mucha
más exposición a radiación espacial, que serán necesarias para volver a la Luna
o para llegar a Marte.
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