El papa Francisco y sus advertencias proféticas sobre el mundo digital

El fallecido pontífice dejó un legado de inquietud y reflexión sobre el papel de la tecnología en nuestras vidas, alertando sobre los riesgos de una sociedad esclavizada por la inteligencia artificial y los teléfonos móviles

En vida, el Papa Francisco no fue ajeno al avance de la tecnología. Más allá de ser el primer pontífice en tener una cuenta de Instagram, su mensaje fue claro y rotundo: el futuro digital no está exento de peligros, y quienes lo habitan deben estar atentos. Su voz, cálida pero firme, se alzó en foros internacionales y discursos íntimos para advertir que la inteligencia artificial, las redes sociales y el uso desmedido del teléfono móvil pueden ser tanto bendición como amenaza.

En junio de 2024, durante su intervención en el G7, Francisco advirtió que la IA es “un instrumento extremadamente poderoso” cuya influencia crece en medicina, trabajo, cultura y política. Pero no se quedó en la fascinación: alertó sobre las desigualdades que puede acentuar y sobre su capacidad de erosionar la humanidad si no se usa con ética. A su juicio, el verdadero peligro reside en olvidar que la IA no es humana, aunque cada vez más intente parecerlo.

La droga silenciosa del móvil

El Papa también alertó, especialmente a los jóvenes, sobre una adicción más cotidiana: la del teléfono móvil. “El móvil es una gran ayuda, pero puede convertirse en una droga”, decía sin rodeos. Francisco instaba a no confundir el contacto con la comunicación auténtica, y pedía a los jóvenes que “salieran al mundo, escucharan, miraran a los ojos”. Una llamada a no perder el alma en la pantalla.

En una carta a los jóvenes de Rumanía, el pontífice los animó a usar las redes “con valentía y creatividad”, para construir puentes, no muros. Pero advirtió del peligro de quedar atrapados en lo virtual, desconectados de la vida real, de lo tangible, de lo sagrado.

Una advertencia final envuelta en silencio

Sus palabras, más que consejos, parecen ahora presagios. En un tiempo en el que la humanidad mira al cielo buscando respuestas digitales, el Papa Francisco, con la humildad de un pastor y la lucidez de un pensador, nos dejó un mensaje inquietante: la tecnología no puede reemplazar la relación humana, ni el móvil, ni una inteligencia artificial, por muy perfecta que parezca, puede ofrecernos una verdadera compañía.

Quizás su partida —el 21 de abril de 2025— cierre el ciclo de un hombre que vio venir lo que otros aún niegan. Quizás, en sus silencios, se escondía una advertencia más profunda. Una sombra digital que ya nos envuelve, como un Evangelio sin cuerpo. Y quizás, solo quizás, aún estemos a tiempo de escuchar.

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