Alarma biológica en el Mediterráneo por la expansión de la chinche acuática gigante

La aparición masiva del insecto Lethocerus patruelis, con mordeduras incluidas, inquieta a científicos y turistas en la costa de Chipre

La reciente proliferación de un insecto acuático de gran tamaño en el mar Mediterráneo ha encendido las alarmas tanto en la comunidad científica como entre los turistas. Aunque ya era conocido en regiones del sudeste de Europa, ha sido en Chipre donde su presencia se ha intensificado hasta convertirse en un fenómeno inquietante. Se trata de Lethocerus patruelis, una chinche acuática gigante que puede alcanzar hasta ocho centímetros de longitud y cuya mordedura ha causado molestias a los bañistas.

Considerado uno de los insectos más grandes del continente europeo, este depredador de agua dulce posee una mandíbula capaz de infligir pequeñas pero dolorosas picaduras. Su avance desde los Balcanes hasta nuevas zonas como el sur de Italia, las islas del Egeo y ahora Chipre ha puesto en alerta a investigadores y autoridades medioambientales.

Chipre, foco de la expansión

La detección de esta especie no llegó por canales oficiales, sino gracias a publicaciones virales en redes sociales, donde turistas y residentes compartieron fotografías y testimonios sobre encuentros con el insecto. Las imágenes mostraban ejemplares de gran tamaño, y se han documentado casos de picaduras en pies y piernas. Esta viralización sirvió como catalizador para que el Museo Nacional de Historia Natural “Grigore Antipa” confirmara, en marzo de 2024, la expansión de la especie en aguas chipriotas.

Cambio climático y ‘mediterraneización’

El fenómeno de la “mediterraneización” aparece como una posible causa de esta expansión. Según estudios publicados en la plataforma científica ARPHA, el calentamiento global está favoreciendo la aparición de climas mediterráneos en zonas templadas, lo que permite que especies adaptadas a temperaturas más cálidas encuentren nuevas regiones habitables más al norte de su distribución habitual. Este cambio afecta a los ciclos biológicos y a la composición de los hábitats, alterando los ecosistemas de forma significativa.

Riesgo para la biodiversidad y el turismo

Los expertos advierten de que la introducción de Lethocerus patruelis en entornos nuevos puede causar serios desequilibrios ecológicos. Este insecto compite con especies locales por alimento y espacio, lo que pone en riesgo a peces, anfibios y otros invertebrados propios de los ecosistemas fluviales y lacustres. En Italia, por ejemplo, ya se ha documentado su establecimiento en regiones del sur.

Además, si su población sigue creciendo y los contactos con bañistas se intensifican, el impacto podría extenderse al sector turístico. Las playas y zonas de baño podrían perder atractivo si se generaliza la percepción de riesgo entre los visitantes, lo que afectaría negativamente a actividades como la hostelería o los deportes acuáticos.

Equilibrio aún posible

Pese a las preocupaciones, los científicos mantienen la esperanza de que la fauna autóctona, como aves y peces depredadores, pueda actuar como regulador natural y evitar que el insecto se convierta en una plaga invasora. No obstante, urgen a realizar un seguimiento más exhaustivo y adoptar medidas preventivas para evitar consecuencias ecológicas y económicas de mayor calado.

 

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