El volcán zombi de Bolivia da señales de vida tras 250.000 años
Científicos detectan movimientos de fluidos y gases bajo el volcán boliviano, considerado un "volcán zombi", lo que reabre el debate sobre el potencial de volcanes aparentemente dormidos
Una investigación liderada por la Universidad de
Cornell revela que el volcán Uturuncu, en Bolivia, que llevaba 250.000 años sin
erupcionar, muestra signos claros de actividad subterránea. Este
hallazgo, publicado en la revista PNAS, ha llevado a los expertos a
referirse a él como un "volcán zombi", al resurgir de su aparente
letargo geológico.
Un "sombrero" de
deformación en la corteza
Los científicos han utilizado técnicas avanzadas como
la interferometría de radar satelital y estudios sísmicos para estudiar el
comportamiento de la corteza terrestre en torno a este estratovolcán andino,
situado en el suroeste de Bolivia. Desde la década de 1990, los datos muestran
una deformación progresiva del terreno con una forma característica: elevación
en el centro y hundimiento en los bordes, similar a un sombrero.
"En realidad, los volcanes que parecen muertos en
la superficie no están muertos debajo", explica Matthew Pritchard,
profesor de geofísica y líder del estudio. "Lo que vemos en Uturuncu son
procesos dinámicos que nos indican el ascenso de gases y fluidos calientes
desde una gran cámara magmática profunda".
El papel del Cuerpo Magmático
Altiplano-Puna
Los cambios detectados no se deben directamente al
ascenso de magma que anuncie una erupción inminente, sino al movimiento de
materiales calientes y gases desde el Cuerpo Magmático Altiplano-Puna,
una gigantesca reserva de magma situada a gran profundidad en los Andes. Estas
emisiones se desplazan por canales parecidos a chimeneas y se acumulan bajo la
superficie, provocando la actividad sísmica y las deformaciones observadas.
Un depósito de minerales
estratégicos
Además de la importancia geológica, los científicos
destacan que estos procesos podrían estar generando yacimientos minerales
con aplicaciones tecnológicas, como litio, boro o tierras raras. Según los
autores del artículo, este tipo de monitoreo es crucial no solo para prevenir
riesgos volcánicos, sino también para identificar recursos estratégicos para
la industria tecnológica.
El estudio, firmado por Ying Liu y otros
colaboradores, refuerza la necesidad de prestar atención incluso a volcanes
considerados inactivos. Su análisis conjunto de datos sísmicos y petrofísicos
marca un avance significativo en la comprensión de los sistemas hidrotermales
magmáticos.
Un volcán que aún no ha dicho su
última palabra
Aunque no hay indicios de una erupción inminente, el
caso de Uturuncu invita a revisar los criterios tradicionales con los que se
cataloga la inactividad volcánica. En palabras de Pritchard, "los volcanes
zombi como Uturuncu son un recordatorio de que bajo la superficie, la Tierra
sigue viva".
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