Más de 120 buitres mueren envenenados en Sudáfrica tras alimentarse de un elefante contaminado por furtivos

Autoridades y conservacionistas denuncian una práctica cada vez más común entre cazadores furtivos: envenenar animales para evitar ser detectados y facilitar el tráfico ilegal de especies

El pasado 8 de mayo, el Parque Nacional Kruger, uno de los principales santuarios de biodiversidad en África, se convirtió en escenario de una de las peores matanzas de fauna silvestre registradas en los últimos años. Un total de 123 buitres de especies en peligro y en peligro crítico de extinción murieron envenenados tras alimentarse de los restos de un elefante contaminado deliberadamente por cazadores furtivos, según confirmaron las autoridades del parque y la organización Endangered Wildlife Trust (EWT).

Los especialistas consideran este incidente como una catástrofe ecológica de enorme magnitud, no sólo por el número de aves afectadas, sino también por el impacto que tiene sobre el equilibrio de los ecosistemas africanos, donde los buitres cumplen una función esencial como depredadores naturales de carroña.

Cazadores envenenan a elefantes para ocultar sus crímenes

La estrategia utilizada es conocida por los agentes de conservación: los cazadores envenenan deliberadamente a los elefantes con pesticidas agrícolas altamente tóxicos, para que los buitres mueran al alimentarse de los restos. Así evitan que el vuelo circular de estas aves, señal habitual de la presencia de cadáveres, alerte a los guardabosques sobre su actividad ilegal. Las autoridades explican que este caso no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia creciente y preocupante.

Entre las aves muertas se identificaron 20 buitres del Cabo, 1 buitre orejudo y 102 buitres dorsiblancos y encapuchados, todos clasificados en categorías de amenaza por la UICN. Además, otros 84 ejemplares fueron rescatados con vida, aunque cinco de ellos no lograron sobrevivir pese a los esfuerzos de los equipos veterinarios.

Un operativo de rescate sin precedentes

La alerta fue activada gracias a los sistemas de vigilancia de EWT, que detectaron movimientos inusuales en la sección Mahlangeni del parque. Un equipo de respuesta rápida compuesto por SANParks, veterinarios y personal técnico se desplazó a la zona en helicópteros, ambulancias especializadas y vehículos terrestres, hallando la escena: decenas de buitres muertos rodeando el cadáver envenenado.

El tratamiento de emergencia incluyó la administración de atropina, carbón activado y el vaciado manual de los buches de las aves para eliminar restos del veneno. La mayoría de los 83 buitres rescatados sobrevivieron, alcanzando una tasa de recuperación del 96 % en condiciones extremas.

Un daño que trasciende la tragedia inmediata

El caso no solo representa una pérdida devastadora de individuos, sino que pone en jaque el equilibrio ecológico de toda la región. La desaparición de los buitres puede favorecer la acumulación de carroñas y la propagación de enfermedades, tanto en fauna como en humanos. La experiencia de países como la India, donde la caída de estas poblaciones ha traído consecuencias sanitarias graves, es un ejemplo alarmante.

Las autoridades de conservación han hecho un llamado urgente a reforzar las medidas de control sobre pesticidas, sancionar a los responsables de estos crímenes y aumentar la cooperación internacional para frenar el comercio ilegal de partes animales, muchas de las cuales terminan en mercados asiáticos y rituales tradicionales.

Como ha señalado Gareth Tate, del Programa de Aves Rapaces de EWT, se trata de un "genocidio intencionado de buitres", una tragedia con efectos devastadores para la biodiversidad del continente.

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