El cometa 3I/ATLAS cambia de color al acercarse a la Tierra
Un enigmático objeto llegado desde fuera del sistema solar ha comenzado a transformarse ante los telescopios más potentes de la Tierra. El cometa interestelar 3I/ATLAS, observado por científicos de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos, ha pasado de mostrar un tono rojizo a brillar con un intenso color verde, un fenómeno que ha reavivado el interés científico y la fascinación pública por este extraño viajero cósmico.
El objeto más reciente y misterioso de nuestro vecindario cósmico
no ha dejado de sorprender desde su detección. Investigadores que operan el telescopio Gemini Norte, gestionado
por NOIRLab de la NSF, han confirmado un cambio drástico en el aspecto del
cometa interestelar 3I/ATLAS. Donde antes predominaban tonos rojizos, ahora
destaca un resplandor verde intenso visible en imágenes de alta resolución.
Lejos de
alimentar teorías sobre actividad extraterrestre, el fenómeno tiene una
explicación firmemente anclada en la química espacial. Según han explicado los
científicos de NOIRLab, el color verde procede del carbono diatómico, una
molécula formada por dos átomos de carbono que, al ser liberada desde el núcleo
del cometa y excitada por la radiación solar, emite ese característico brillo
verdoso.
Un cambio que
revela lo que ocurre en su interior
El cambio
cromático resulta especialmente revelador para los astrónomos porque indica que
el cometa está reaccionando activamente al acercarse al Sol. Cuando el
telescopio Gemini Sur observó 3I/ATLAS a finales del verano, el objeto
presentaba un aspecto mucho más rojizo, señal de una actividad distinta y menos
intensa.
La transición
de rojo a verde es una evidencia directa de que el núcleo del cometa se está
calentando y liberando nuevas moléculas al espacio. Este proceso ofrece pistas
valiosas sobre su estructura interna, aún envuelta en incógnitas, y sobre los
materiales primitivos que transporta desde regiones lejanas de la galaxia.
Aunque el
color verde llama poderosamente la atención, no es un rasgo exclusivo de este
visitante interestelar. Otros cometas de origen solar también han mostrado
tonalidades similares al activarse bajo la influencia del Sol, como el
12P/Pons-Brooks, conocido como la Madre de Dragones, o el más reciente C/2025
F2 (SWAN).
Un viajero
único y posiblemente antiquísimo
El cometa
3I/ATLAS ocupa ya un lugar destacado en la historia de la astronomía moderna.
Es el tercer objeto interestelar jamás identificado, después de 1I/‘Oumuamua y
2I/Borisov. Fue detectado a finales de junio y se desplaza a una velocidad
estimada de unos 210.000 kilómetros por hora, siguiendo una trayectoria
hiperbólica que confirma que su paso por nuestro sistema solar será
irrepetible.
Los
científicos coinciden en que podría tratarse del objeto interestelar más grande
y antiguo observado hasta ahora. A pesar de especulaciones virales que llegaron
a sugerir un origen artificial, la comunidad científica considera que se trata
de un cometa natural, aunque con características especialmente intrigantes,
como grandes chorros orientados hacia el Sol y signos de haber sido expuesto a
radiación durante miles de millones de años en el espacio profundo.
Expectación
ante lo que aún puede ocurrir
El próximo 19
de diciembre, 3I/ATLAS alcanzará su punto de máxima aproximación a la Tierra, a
una distancia segura de unos 270 millones de kilómetros. Aunque no representa
ningún peligro, los astrónomos siguen vigilando su evolución con atención.
Desde NOIRLab
advierten de que todavía hay incógnitas importantes. No se sabe con certeza
cómo se comportará el cometa cuando comience a alejarse del Sol y se enfríe. En
muchos casos, los cometas reaccionan con retraso al calor solar, lo que puede
provocar la liberación repentina de nuevos compuestos o incluso estallidos
inesperados.
Decenas de
observatorios terrestres y espaciales continúan monitorizando este objeto
excepcional. Su estudio podría aportar información inédita sobre los confines
de nuestra galaxia y sobre los procesos que dieron origen a algunos de los
sistemas estelares más antiguos de la Vía Láctea.
Mientras
tanto, el visitante verde seguirá su silencioso viaje, transformándose ante
nuestros ojos antes de desaparecer para siempre en la oscuridad del espacio
interestelar.








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