Los cocodrilos surcaron los océanos hace 180 millones de años
Los talatosuquios pasaron millones de años
entrando y saliendo del agua
Hace al menos 390
millones de años, algunas criaturas dotadas de cuatro extremidades dejaron el
océano y se aventuraron sobre la superficie terrestre. Son los ancestros de
anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
La evolución siguió su curso y muchos de
esos animales se encontraron cómodos en tierra firme, mientras que otros
decidieron volver al mar definitivamente. Este es el caso de cetáceos como
ballenas y delfines. Pero no fueron los únicos. Unos antepasados jurásicos de
los cocodrilos modernos, conocidos como talatosuquios, tomaron mucho antes,
hace unos 180 millones de años, el mismo camino.
Los talatosuquios eran
seres insólitos. Depredadores de hasta diez metros de largo, probablemente
respiraban por la nariz en vez de por orificios de ventilación, pero tenían la
piel suave y las formas corporales de las ballenas y delfines modernos. Sus extremidades
se convirtieron en aletas, racionalizaron sus cuerpos y desarrollaron colas
onduladas para poder atravesar las olas. Pero no solo eso, también adaptaron su
oído interno a la vida marina, como han descubierto investigadores de la
Universidad de Edimburgo.
Como explican en un
nuevo estudio publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of
Sciences (PNAS)» , los científicos estudiaron los oídos de 18 reptiles extintos
y 14 modernos, en particular una estructura rígida del oído interno llamada
laberinto óseo, que tiene influencia en el equilibrio y la orientación
espacial. Los resultados mostraron que estos antiguos cocodrilos desarrollaron
canales auditivos más gruesos y un laberinto óseo más compacto y pequeño a
medida que se adentraron en el mar. «Los cambios en la forma del canal se
adaptan mejor a la vida en los océanos, donde la flotabilidad puede sostener a
un animal, en comparación con la tierra, donde se necesita un sentido de
equilibrio altamente sensible para hacer frente a la gravedad y los paisajes
complejos», afirma la paleontóloga Julia Schwab, responsable de la
investigación.
Los autores creen que
algunos de estos animales se limitaron a zonas costeras poco profundas, pero
otros llegaron a mar abierto y eran capaces de bucear por las profundidades. La
cuestión es que algo muy parecido ocurrió en los oídos de los cetáceos cuando
se sumergieron hace unos 50 millones de años. Eso sí, las antiguas ballenas
fueron muy rápidas adaptándose al océano, mientras que los talatosuquios pasaron
millones de años entrando y saliendo del agua. Según los autores, esta
diferencia puede deberse a que los cocodrilos ponen huevos y tienen que ir a la
tierra para poder hacerlo.
Evolución convergente
Según los
investigadores, las similitudes entre el oído interno de la ballena y el
talatosuquio son un ejemplo de un fenómeno llamado evolución convergente en el
que organismos dispares desarrollan independientemente características
similares, como las alas de las aves, los murciélagos y los reptiles voladores
extintos llamados pterosaurios, para adaptarse a entornos similares.
«Los talatosuquios son
uno de los grupos de animales más peculiares que jamás hayan existido y me
sorprende que no reciban más atención», afirma el paleontólogo y coautor del
estudio Steve Brusatte. Lo curioso, continúa, «es que comenzaron a cambiar sus
esqueletos primero -extremidades en aletas, cola esponjosa...-, lo que les
permitió moverse en el agua y convertirse en mejores nadadores, y solo más
tarde cambiaron sus oídos, ya que los sistemas de sus sentidos tuvieron que
evolucionar para mantenerse al día».
El equipo planea
continuar investigando otras características del cráneo para aprender más sobre
cómo se adaptan los animales que deciden cambiar el medio en el que viven. Un conocimiento
que también podría darnos pistas sobre cómo evolucionarán los animales en el
futuro.
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