Una hibernación más larga pudo causar la extinción de los osos de las cavernas
Las simulaciones 3D de
la mordida de osos actuales y de fósiles de osos de las cavernas revelan que la
adaptación evolutiva a periodos de hibernación más largos pudo causar la
desaparición de estos últimos hace unos 24.000 años | El nuevo estudio parte de
la hipótesis de que los úrsidos extintos eran exclusivamente herbívoros
Los
osos de las cavernas (Ursus spelaeus) vivieron en Europa y Asia y se
extinguieron hace unos 24.000 años. Durante los últimos años, el porqué de su
desaparición ha sido motivo de controversia entre la comunidad científica, que
ha buscado respuestas en el análisis de su dieta.

Así
el declive poblacional pudo estar motivado por el ser humano, bien por la
competencia indirecta o bien por su caza directa, o como resultado del
enfriamiento climático que ocurrió durante el Pleistoceno, y que provocó un
gran descenso de los recursos vegetales existentes.
“Entender
el tipo de dieta del oso de las cavernas es importante porque el comportamiento
de alimentación se relaciona íntimamente con su declive y posterior extinción”,
señala el investigador del Área de Paleontología de la Universidad de Málaga
(UMA), Alejandro Pérez-Ramos, que ha publicado un estudio en la revista Science
Advances.
En
su trabajo, que toma como hipótesis que estos plantígrados se alimentaban
exclusivamente de vegetales –incluso en los periodos de frío más intenso y
mayor escasez–, el equipo de la UMA da un paso más y propone que su extinción
también podría ser consecuencia de una posible adaptación evolutiva a hibernar
por periodos de tiempo muy prolongados.
Para
comprobar si la dieta estaba restringida al consumo de recursos vegetales, los
científicos, en colaboración con investigadores de La Coruña y Valladolid,
además de las universidades de Búfalo (EE UU) y Viena, realizaron simulaciones
3D de la mordida de estos animales. Para ello, escanearon con tomografía
computarizada los cráneos de especímenes actuales de la familia Ursidae y
especímenes fósiles del grupo de los osos de las cavernas.
El
equipo desarrolló una serie de simulaciones tridimensionales de diferentes
escenarios de la mordida, con el objetivo de evaluar sus adaptaciones
craneodentales. En concreto, se centraron en los senos craneales y lo hicieron
por su vinculación con el metabolismo. Así detectaron cómo los senos podían
afectar a la biomecánica de la masticación.
“Nuestros
resultados revelan que el gran volumen de los senos paranasales trajo como
resultado el desacople de la función biomecánica efectiva para ser más
carnívoros, limitando la biomecánica a los molares más posteriores, cosa que
les obligó a ser más herbívoros”, explica Pérez-Ramos.
Según
el investigador, esta limitación trófica, de poca calidad energética, unida a
los fuertes ciclos glaciales del final del Pleistoceno, llevo a los osos de las
cavernas a hibernar mucho más tiempo. De este modo, se seleccionó
evolutivamente en esta población unos senos más grandes y desarrollados, para
hibernar más tiempo con menos gastos metabólicos.
Para
Borja Figueirido, coautor del trabajo e investigador de la UMA, el enfriamiento
climático durante el Pleistoceno pudo ser el
motor que forzó la evolución de unos senos tan exagerados en los osos de
las cavernas, pues en ese periodo los inviernos eran más largos.
Esta
limitación biomecánica probablemente impidió a los osos cambiar su dieta
durante los fuertes ciclos glaciales del final del Pleistoceno, que supusieron
también la disminución de los recursos vegetales. Todo esto sumado a la
expansión del ser humano, que podría cazarlos en sus hábitats cavernarios
durante la hibernación, originó, según estos científicos, su trágico final.
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