Fósiles de algas reducen la brecha evolutiva hacia la vida compleja
Montañas en Canadá han revelado fósiles macroscópicos de múltiples algas que prosperaron en el lecho marino hace 950 millones de años, anidadas entre montículos bacterianos en un océano poco profundo.
El descubrimiento, liderado por la estudiante de
Geobiología de la Universidad de Toronto-Mississauga Katie Maloney y publicdo
en Geology, llena en parte la brecha evolutiva entre las algas y la vida más
compleja, proporcionando limitaciones de tiempo críticas para la evolución
eucariota.
La vida eucariota (células con un núcleo que
contiene ADN) evolucionó hace más de dos mil millones de años, con algas
fotosintéticas dominando el campo de juego durante cientos de millones de años
a medida que el oxígeno se acumulaba en la atmósfera de la Tierra. Los
geobiólogos creen que las algas evolucionaron primero en ambientes de agua
dulce en la tierra y luego se trasladaron a los océanos. Pero el momento de esa
transición evolutiva sigue siendo un misterio, en parte porque el registro
fósil de la Tierra primitiva es escaso.
Determinar si trazas como las que encontró Maloney
en las Montañas Wernecke del Yukón son biogénicas (formadas por organismos
vivos) es un paso necesario en la paleobiología.
En el laboratorio, utilizaron técnicas microscópicas
y geoquímicas para confirmar que los fósiles eran de hecho eucariotas
primitivos. Luego trazaron un mapa de las características celulares de los
especímenes en detalle, lo que les permitió identificar múltiples especies en
la comunidad, informa en un comunicado The Geological Society of America.
Mientras Maloney y sus coautores escribían sus
resultados, confiaban en haber encontrado las primeras muestras macroscópicas
de este período crítico. Durante el proceso de revisión por pares, sin embargo,
recibieron noticias de un colaborador de que otro grupo en China había hecho un
descubrimiento similar casi al mismo tiempo: macrofósiles de un período
similar. Eso no los disuadió.
En última instancia, tener dos conjuntos de
macrofósiles de aproximadamente la misma época solo puede mejorar la línea de
tiempo de la evolución eucariota, sirviendo como puntos de calibración críticos
para las técnicas de datación biológica basadas en el ADN. Los nuevos fósiles
también hacen retroceder la época en que las algas vivían en entornos marinos,
lo que indica que la evolución ya se había producido en los lagos terrestres.
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