El “tiburón águila” que surcaba las aguas del golfo de México hace 93 millones de años
Un animal que hoy podría parecer inimaginable surcaba las aguas de Norteamérica hace unos 93 millones de años.
“Al echar un primer vistazo a este espécimen, te das
cuenta de que estás ante algo extraordinario y completamente nuevo”, afirma
Romain Vullo, académico de la Universidad de Rennes, uno de los descubridores
del primer y único ejemplar del Aquilolamna milarcae.
El vulgarmente llamado tiburón águila tenía dos
enormes aletas pectorales, más similares a las de una mantarraya: las “alas”
que le dan su nombre coloquial. El fósil fue encontrado en 2012 en Vallecillo,
una pequeña comunidad en el Estado mexicano de Nuevo León, pero fue hasta hace
poco más de una semana que la nueva especie ha sido documentada en la
prestigiosa revista Science.
“Sus proporciones son únicas”, explica el
paleontólogo, “y nos da mucha información sobre la diversidad morfológica
antigua de los tiburones”. El Aquilolamna era un tiburón más ancho que largo,
medía de lado a lado 1,9 metros y 1,6 metros de longitud. Su hallazgo data de
mediados del cretácico, un periodo geológico que comenzó hace 145 millones de
años y concluyó hace unos 66 millones de años. “Es un poco más viejo que un T.
Rex”, cuenta Vullo.
Las reconstrucciones que un equipo de científicos
europeos ha hecho permiten conocer algunos aspectos sobre la vida de estos
animales. El Aquilolamna tenía aletas largas, pero no las usaba como las
mantarrayas, que las mueven de arriba abajo. Las suyas permanecían
prácticamente inmóviles y las utilizaba como un parapente que le ayudaba a
estabilizarse. Se transportaba como un pequeño avión submarino, empujado
lentamente por su aleta caudal, en la parte trasera de su cuerpo.
Vullo, que se ha interesado por los tiburones desde
la infancia, se ríe al comentar que lo más amenazante del tiburón águila es
probablemente su nombre. Su nado lento, cabeza achatada y pequeños dientes
indican que no era un depredador que cazara otras especies. La hipótesis de los
investigadores es que se alimentaba de plancton.
El descubrimiento es excepcional, apunta Vullo,
porque lo más común en la paleontología de tiburones es encontrar dientes
porque sus esqueletos son cartilaginosos y no son tan duros como para soportar
el paso de millones de años. En el caso del Aquilolamna es lo contrario. El
fósil de su cuerpo está muy bien conservado, pero no tiene dientes en la boca.
Ese detalle ha sido la parte más complicada de la investigación porque los
dientes son clave para saber con mayor certeza cómo se alimentaba y para
clasificarlo en comparación con otros tiburones. Hay otras partes enigmáticas
de su anatomía como si tenía o no una aleta dorsal o una pélvica, que no fueron
identificadas cuando se desenterró.
El descubrimiento es excepcional, apunta Vullo,
porque lo más común en la paleontología de tiburones es encontrar dientes
porque sus esqueletos son cartilaginosos y no son tan duros como para soportar
el paso de millones de años. En el caso del Aquilolamna es lo contrario. El
fósil de su cuerpo está muy bien conservado, pero no tiene dientes en la boca.
Ese detalle ha sido la parte más complicada de la investigación porque los
dientes son clave para saber con mayor certeza cómo se alimentaba y para
clasificarlo en comparación con otros tiburones. Hay otras partes enigmáticas
de su anatomía como si tenía o no una aleta dorsal o una pélvica, que no fueron
identificadas cuando se desenterró.
Vallecillo, que es ahora una extensa llanura
semidesértica en el noreste del país, era una llanura costera y se convirtió en
un yacimiento que ha preservado un ecosistema océanico. Estaba bastante lejos
de la costa que tenía México durante el cretáceo. Probablemente, el tiburón
águila pasaba la mayor parte del tiempo a la mitad del océano y nadaba hacia
los arrecifes cercanos a la orilla.
“En el proto-golfo de México había un ecosistema muy
rico”, asegura Vullo. Cuando los animales morían, los cadaveres iban al fondo,
que era favorable a preservar sus esqueletos por la ausencia de carroñeros y de
corrientes marinas. “Era un fondo oceánico bastante tranquilo y con muy poca
actividad, el sedimento era muy fino”, explica.
Referencia :
https://elpais.com/mexico/2021-03-27/el-tiburon-aguila-que-surcaba-las-aguas-del-golfo-de-mexico-hace-93-millones-de-anos.html
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