Hay océanos en el interior de la Tierra
El punto más hondo de los océanos, la fosa de las Marianas en el Pacífico Occidental, tiene 12 kilómetros de profundidad. Pero hay agua mucho más abajo, en el manto, entre 400 y 700 kilómetros a partir de la superficie.
Tal como detallan desde AIM Digital, el líquido no
está libre, como en los ríos y mares, sino incrustado en los minerales del
manto. Pero además habría también agua en el mismo núcleo, todavía más
abundante, equivalente a unos cinco océanos.
Yunguo Li, investigador chino del University College
de Londres, publicó en la revista "Nature Geoscience" que en el
núcleo estaría la mayor reserva de agua de la Tierra, diluida en el hierro
fundido a unos 4000 grados centígrados. Un inconveniente que tiene esta teoría
es que no se podrá obtener una muestra del centro de la Tierra, donde nadie ha
llegado todavía ni lo ha intentado.
En el laboratorio, los científicos simularon el
entorno de la formación del núcleo, pero presiones mucho más débiles que las
que realmente existentes allí.
La cantidad de agua que hay en el núcleo depende
básicamente de si el agua está disuelta al 1,5 por ciento en el mineral
ringwoodita, un silicato de magnesio abundante en el manto, debajo de la
corteza, o si está incorporada al hierro del núcleo, mucho más abajo, a una
presión superior al millón de atmósferas.
Se ha especulado que la presencia de grandes masa de
agua en la Tierra deriva del choque de cometas en el período de formación de
nuestro planeta. El "gran bombardeo" del sistema solar se habría
producido hace unos 3.000 millones de años. Otra teoría entiende que nuestro
planeta produjo el agua de sí mismo, de sus propios procesos geológicos.
El experimento demostró que el agua prefiere la
fusión del silicato a los minerales sólidos, prefiere ir al núcleo antes que a
los minerales del manto como la ringwoodita. El núcleo se habría cargado de
agua durante el período de división del interior de la Tierra.
Según la teoría de Li y su equipo cuando el núcleo
comenzó a separarse del manto en forma de hierro líquido, la mayor parte del
agua presente fue atraída hacia las bolsas de hierro líquido y se hundió para
formar el núcleo.
Hace décadas, en otra investigación, se determinó la
presencia de agua, no ya en el núcleo sino a unos 600 kilómetros bajo la
superficie, en cantidades enormes, equivalentes a tres océanos.
Entonces el autor del estudio, Graham Pearson, de la
Universidad de Alberta, Canadá, dijo que “una de las razones de por qué la
Tierra es un planeta dinámico es la presencia de agua en el interior, y que de
los cambios del agua depende la forma en que funciona el mundo.
Si es así, el agua de los océanos superficiales
terrestres proviene del interior del planeta como parte de un ciclo integral.
Ya no aparece el agua como viajando en enormes cometas de hielo y roca que
cruzaban el cielo primitivo con mucha más frecuencia que ahora, provenientes de
la lejanísima nube de Oort, en la periferia del sistema solar, mucho más allá
del último planeta.
El resultado es que el cambio climático, el tiempo y
el mar están estrechamente relacionados con la actividad tectónica que vibra de
forma continua bajo nuestros pies.
El agua, en lugar de llegar del cielo, pudo venir
del interior de la Tierra, “empujada” hasta la superficie por la actividad
geológica.
El agua cubre cinco octavos de la superficie del
planeta, pero es una fina capa de pocos kilómetros en comparación con los 6300 kilómetros
del radio terrestre.
Pero en el subsuelo, a cientos de kilómetros de
profundidad, existen también inmensos volúmenes de agua, un océano dentro de la
Tierra.
La teoría de Pearson se basa en un diamante de roca
hallado en el año 2008, en Juína, en Mato Grosso, Brasil.
Dicho hallazgo ocurrió de manera accidental, pues el
equipo, que buscaba otro mineral, le compró a unos a unos mineros artesanales
dicha pieza, que la habían extraído de entre la grava recogida en un río de
poca profundidad. Al analizarla en detalle, un estudiante descubrió, un año
después, que el diamante, de apenas 3 milímetros de ancho y de escaso valor
comercial, contenía en su composición un mineral llamado ringwoodita, el cual
hasta el momento solo se había hallado en rocas provenientes de meteoritos y
que es capaz de contener importantes cantidades de agua. No obstante, la
confirmación final de que se trataba de este mineral tardó muchos años ya que
fue necesario realizar numerosas pruebas analíticas.
Este mineral de ringwoodita no provenía de un meteorito,
sino del manto de la Tierra, a una profundidad de alrededor de los 410 y los
660 kilómetros, en la zona de transición.
El mineral estudiado tiene el 1,5 por ciento de su
peso en agua, de modo que la extrapolación del resultado para las grandes cantidades
en el manto, permite conjeturar grandes volúmenes de agua, un gran océano
sepultado.
La estimación es que podría haber hasta tres veces
del volumen total de agua de los mares en las capas profundas de la corteza
terrestre, entre 410 y 660 kilómetros, incorporada a las rocas del interior de
la Tierra.
Otros planetas, como Marte, podrían contener
inmensas cantidades de agua, algo que nos da que pensar sobre si en algún
momento el Planeta Rojo albergó vida.
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