Los púlsares pueden explicar cómo se desplazan los rayos cósmicos
Los púlsares, estrellas de neutrones de muy rápida rotación, pueden esconder una de las claves para comprender cómo se desplazan los rayos cósmicos en la Vía Láctea.
Es la
conclusión de un estudio encabezado por el Instituto de Astrofísica de
Andalucía (IAA-CSIC) que analiza el papel de los halos de rayos gamma en este
fenómeno cósmico. La investigación se publica en Nature Astronomy.
Todos los
días, pedazos minúsculos de materia que viajan casi a la velocidad de la luz
chocan con la atmósfera terrestre, se descomponen en otras partículas
secundarias y "llueven" sobre el planeta. Denominados rayos cósmicos,
su origen, aceleración y propagación dentro de nuestra galaxia constituye una
de las preguntas más acuciantes en física de astropartículas a día de hoy.
Los rayos
cósmicos son mayormente núcleos de átomos, sobre todo de hidrógeno, pero
también electrones y otras partículas subatómicas que pueden proceder del Sol,
de distintas fuentes dentro de la Vía Láctea o incluso de otras galaxias. Al
estar eléctricamente cargados son desviados, a modo de virutas de metal
pululando por un espacio salpicado de imanes, por los diversos campos
magnéticos existentes en nuestra galaxia. Así, su recorrido varía tanto que
resulta imposible reconstruir su trayectoria o determinar su origen.
"Los
púlsares han jugado un papel esencial en el desarrollo de diversas áreas de la
astrofísica, y por ejemplo el púlsar del Cangrejo constituye el acelerador de
partículas mejor conocido fuera de nuestro Sistema Solar -apunta en un
comunicado Rubén López-Coto, investigador del Instituto de Astrofísica de
Andalucía (IAA-CSIC) y del Instituto Nacional de Física Nuclear (Italia) que
encabeza el trabajo-.
Pero hace apenas cinco años pudimos comprobar que
estos objetos se hallan rodeados de un halo de rayos gamma que puede ayudarnos
a comprender cómo se desplazan los rayos cósmicos".
Los púlsares
son un tipo de estrella de neutrones, objetos de apenas veinte kilómetros de
diámetro que resultan de la muerte de una estrella muy masiva (de entre ocho y
quince veces la masa del Sol): la estrella expulsa su envoltura en una
explosión de supernova, el núcleo permanece convertido en una estrella de
neutrones y la envoltura formará una estructura, el remanente de supernova, que
irá expandiéndose.
Los púlsares destacan por su rápida rotación, de
hasta cientos de veces por segundo, y porque emiten desde ambos polos un haz de
luz que, al igual que un faro, atraviesa regularmente nuestra línea de visión.
"Los
púlsares, al girar, pierden energía de rotación a través de un viento de
electrones y positrones que se crea, acelera y emana de su magnetosfera -o
región en la que las partículas se ven afectadas por el campo magético del
púlsar-. Este viento escapa y, cuando se encuentra con el remanente de
supernova, interacciona con él; las partículas se aceleran aún más y forman lo
que conocemos como nebulosa de viento del púlsar o plerión", señala Emma
de Oña Wilhelmi, investigadora del DESY (Alemania) que participa en el trabajo.
Los pleriones muestran distintos estadios
dependiendo de la edad del púlsar. En los púlsares jóvenes, con menos diez mil
años, se observa una estructura simétrica de esferas concéntricas: el viento se
halla muy comprimido dentro del remanente de supernova, los electrones pierden
su energía dentro de él y no escapan.
Con el paso del tiempo el remanente se expande, deja
de comprimir el viento y se dibuja una estructura más irregular, dentro de la
que las partículas siguen no obstante confinadas. Pero a partir de los cien mil
años los electrones y positrones ya comienzan a escapar del plerión y se
propagan libremente por el medio interestelar.
"Hasta
2017 no se conocía bien qué ocurría con los pleriones de estos púlsares viejos.
El estudio de dos de ellos mostró una emisión muy extensa y energética, el halo
de rayos gamma de los púlsares, que se produciría por el choque de los
electrones y positrones acelerados con la luz de otras fuentes, cuya energía
asciende hasta los teraelectronvoltios. Vimos así que las partículas
procedentes de la magnetosfera de los púlsares se inyectan en el medio y se
propagan formando parte de lo que se conoce como rayos cósmicos
galácticos", apunta Rubén López-Coto (IAA-CSIC).
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