Nuevos experimentos confirman que los peces sí tienen conciencia de sí mismos
Hace tres años, un equipo de científicos japoneses publicaba en la revista PLoS Biology unos resultados tan asombrosos como inusuales: unos pequeños peces de arrecife (Labroides dimidiatus), especializados en limpiar parásitos y pieles muertas a otros, habían superado la prueba de autorreconocimiento en el espejo.
Este test, considerado una evidencia de
autoconciencia, consistió en realizar una marca marrón en un lugar de su cuerpo
–normalmente la zona de la garganta– que solo podían ver indirectamente en su
reflejo. De los cuatro animales con los que se realizó el experimento –una
cifra similar a la de otros estudios realizados con otros animales–, tres
tocaron o rasparon la señal después de nadar hacia el espejo, confirmando así
la capacidad de los peces para el autorreconocimiento.
El trabajo supuso un hito ya que pocos animales, la
mayoría de cerebro grande –entre los que destacan los chimpancés, los delfines,
los elefantes asiáticos y las urracas–, habían demostrado esta habilidad hasta
entonces.
A pesar del hallazgo, la investigación fue criticada
y puesta en duda por varias razones; la principal es que se había realizado en
peces pequeños, los vertebrados más primitivos con cerebros pequeños. Los otros
comentarios cuestionaban el tamaño de la muestra (n=4), el que los sujetos
podrían considerar las imágenes en espejo como individuos conocidos en lugar de
a ellos mismos y que la marca podría proporcionar un estímulo físico a los
peces.
“Por lo tanto, pudo haber habido errores en la
metodología”, confiesa a SINC Masanori Kohda, de la Escuela de Posgrado de
Ciencias de la Universidad de la Ciudad de Osaka en Japón. Ahora, el experto
aporta nuevas evidencias en un nuevo estudio, publicado en la misma revista,
donde rechaza todas las críticas y apoya firmemente las conclusiones de su
primer trabajo.
“Nuestros resultados rechazan las críticas sobre la
capacidad de autorreconocimiento en el espejo de los peces, e indican que los
peces deben incluirse en el grupo de animales con esta capacidad”, señala
Kohda.
Además, la nueva investigación sugiere que “muchos
otros vertebrados podrían pasar la prueba de la marca y tener autoconciencia,
algo que no se apreciaba anteriormente”, continúa.
Según los científicos japoneses, en colaboración con
investigadores del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, en Alemania,
y de la Universidad de Neuchâtel, en Suiza, el trabajo es “un avance para los
estudios no solo de cognición animal, sino también de psicología, que considera
que solo los humanos tienen autoconciencia”, recalcan.
Para corroborar sus resultados, los expertos aumentaron
el tamaño de la muestra a 18 peces limpiadores, con un resultado positivo del
94 %, es decir que 17 de ellos demostraron el mismo comportamiento que en el
estudio anterior.
En el primer trabajo, los científicos realizaron una
marca marrón en los peces porque podía parecer un pequeño parásito, que es su
principal fuente de alimento. Tomaron esta decisión tras observar estudios
similares realizados en monos, cerdos, perros o gatos, con resultados
negativos, donde se dieron cuenta de que a lo mejor la señal en estos animales
“no representaba algo en su entorno natural que les preocupara”, comenta Kohda.
Para responder a las críticas sobre la marca, cuya
sensación física podía desencadenar el comportamiento, el equipo probó con una
respuesta de los peces a un estímulo físico en su garganta inyectando la marca
marrón a 3 mm de profundidad (en lugar de 1 mm). Ahí la marca apenas era
visible, sin embargo, descubrieron que los peces con la inyección más profunda
se raspaban la garganta a un ritmo similar, tanto si había un espejo como si
no.
Con el objetivo de consolidar aún más la importancia
de utilizar marcas que sean ecológicamente relevantes para los animales en este
tipo de estudios, el equipo descubrió que ningún pez inyectado con marcas
verdes o azules demostró el comportamiento de raspado.
Pero, ¿cómo podían saber los peces que son ellos
mismos los que aparecen en el espejo y no otros? Un animal que observa su
reflejo pasa por tres estados: primero expresa un comportamiento agresivo –ya
que probablemente percibe la imagen en el espejo como otro animal–, luego
muestra un movimiento no natural, pero no agresivo, –ya que confirma que la
imagen en el espejo no es otro animal–, y por último mira repetidamente su
propio cuerpo sin agresión.
En ese último punto es cuando el autorreconocimiento
es posible, porque el pez puede ver la marca e intentar rasparla. Esto ocurrió
en el primer trabajo con L. dimidiatus, pero la duda era si al mover el espejo
podría reavivarse su agresividad.
Para comprobarlo, el equipo transfirió a los peces
limpiadores a un tanque con un espejo en un lado y, tres días después, a una
pecera con un espejo en el otro lado. En ninguno de los recipientes los peces
mostraron agresión hacia su propia imagen.
“Los peces tienen conciencia de sí mismos, como los chimpancés, o incluso como los humanos, lo que sugiere que los peces tienen una ‘mente”, subraya a SINC Kohda. No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer, sobre todo cualitativo, para seguir demostrando que los peces, al igual que otros animales, tienen la capacidad de autorreconocimiento.
Referencia: Masanori
Kohda et al. “Further evidence for the capacity of mirror self-recognition in
cleaner fish and the significance of ecologically relevant marks” PLoS Biology
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