Un experimento de pseudotelepatía cuántica sugiere que la realidad no existe
Nuestro concepto de la realidad puede ser más frágil
de lo que creemos: un equipo de científicos de la Universidad de Nanjing, en
China, ha utilizado un truco llamado "pseudotelepatía cuántica", bajo
el cual la realidad no existe en un estado fijo hasta que se mide. Y es que,
cómo explica la física cuántica, las cosas no están necesariamente ahí si no se
miran.
Para ilustrar este punto, los físicos diseñaron una
serie de juegos teóricos de emparejamiento en los que dos jugadores tienen una
probabilidad limitada de ganar mientras no puedan comunicarse entre sí –si las
mediciones se limitan a revelar la realidad tal y como existe–, pero que pueden
ser conquistados sistemáticamente utilizando la pseudotelepatía cuántica. En
otras palabras, los dos jugadores, si aprovechan los efectos cuánticos, pueden
ganar siempre.
La idea de que los objetos físicos pueden existir en
múltiples estados simultáneamente –y en dos condiciones mutuamente excluyentes
a la vez– se conoce como dualidad onda-partícula (también llamado dualidad
onda-corpúsculo). Por ejemplo, según explica Science, un fotón puede estar
polarizado de modo que el campo eléctrico que contiene se retuerce
verticalmente, horizontalmente o en ambos sentidos al mismo tiempo, al menos
hasta que se mide.
En ese momento, el estado bidireccional se reduce
aleatoriamente a vertical u horizontal. Lo más importante es que –prosigue el
medio científico–, independientemente de cómo se desplome el estado
bidireccional, un observador no puede suponer que la medición se limita a
revelar cómo estaba ya polarizado el fotón. La polarización solo aparece con la
medición.
Así, dos fotones pueden entrelazarse de modo que
cada uno se encuentre en un estado incierto en ambos sentidos, pero sus
polarizaciones están correlacionadas de modo que si uno es horizontal el otro
debe ser vertical y viceversa.
La capacidad de extraer una realidad concreta del
éter cuántico de este modo plantea así la posibilidad de superar las
limitaciones de la estadística clásica. En el caso del juego, los jugadores
equipados con un determinado recurso cuántico pueden lograr un mejor
rendimiento que los que tienen los clásicos.
Para demostrar su punto, Xi-Lin Wang y Hui-Tian
Wang, físicos de la Universidad de Nanjing, y sus colegas, utilizaron un
experimento establecido desde hace tiempo, el juego del cuadrado mágico
Mermin-Peres, en el que dos jugadores "conspiran" para medir fotones.
Los jugadores hipotéticos llamados Alice y Bob
realizan mediciones independientes de los fotones y registran sus resultados en
una cuadrícula de 3X3 con un "1" o un "-1". Después de
registrar los valores, llega un hipotético juez y elige al azar una de las
filas de Alice y una de las columnas de Bob. Si los dos jugadores tienen el
mismo número en la casilla superpuesta, ganan.
Para evitar que Alice y Bob arreglen el juego
poniéndose de acuerdo para escribir el mismo número en todas las casillas, las
reglas exigen "paridad", demandando que todas las entradas de la fila
de Alice se multipliquen por 1 y las de la columna de Bob se multipliquen por
-1. Lo más importante de todo es que los dos jugadores no pueden hablar entre
sí durante el juego.
Cuando se juega una partida de este tipo en el mundo
real, las cuadrículas de nueve casillas de los dos jugadores deben diferir al
menos en una casilla, lo que significa que es estadísticamente imposible ganar
más de ocho veces en nueve rondas. Sin embargo, en el mundo cuántico, Alice y
Bob pueden ganar siempre.
Esto se debe a que la mecánica cuántica elimina la
necesidad de que cada casilla contenga un valor fijo antes de que se juegue la
ronda, permitiendo que un "1" o un "-1" surja solo una vez
que el árbitro haya hecho una selección; el entrelazamiento garantiza así que coincidan
en el número de la casilla clave y que sus mediciones también obedezcan las
reglas de paridad.
En otras palabras, todo el esquema funciona porque
los valores surgen solo cuando se realizan las mediciones: las mediciones están
causando realmente los resultados y no al revés. El resto de la cuadrícula es
irrelevante, ya que los valores no existen para las mediciones que Alice y Bob
nunca realizan.
Según informa Science, un juego así no puede jugarse
con papel y tinta, pero puede demostrarse utilizando partículas cuánticas
entrelazadas. Para ello, los experimentadores utilizaron pulsos láser
ultrarrápidos para excitar cristales de borato de bario, generando pares de
fotones que están entrelazados en dos sentidos.
Más concretamente, los fotones se entrelazaron de
forma que la polarización de uno de ellos estaba intrínsecamente ligada al
momento angular orbital del otro, que determina si un fotón ondulado se
desplaza hacia la derecha o hacia la izquierda.
Utilizando estos valores como sustitutos de los
números de los jugadores, Alice y Bob ganaron el 93,84 % de 1.075.930 rondas,
superando el máximo del 88,89 % con variables ocultas, informa el equipo en un
estudio en prensa en Physical Review Letters.
Aunque no es perfecto, el porcentaje de victorias
del 93,84 % supera lo que debería ser posible según la estadística clásica, lo
que demuestra que la realidad física no es fija y puede manipularse mediante el
entrelazamiento cuántico. Ventaja cuántica a través de la
"pseudotelepatía". ¿Una "realidad" difícil de digerir?
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