Astronautas de la estación espacial captan dos inquietantes luces sobre la Tierra

 

No es un OVNI todo lo que brilla, aunque nos empeñemos en ello. Nos cuesta mucho evaluar cuánto desconocemos sobre un tema. Sobreestimamos nuestras capacidades y creemos que todo lo que las exceda será excepcional. Si nosotros no podemos explicar algo... ¿Quién puede? Olvidamos que hay expertos en casi cualquier campo y que, a lo largo de la historia, hemos acumulado tanta información sobre la naturaleza que podemos dedicar nuestra vida entera en profundizar únicamente en un hecho concreto de la realidad. Por mucho que seamos aficionados a la astronomía o a la meteorología, nuestro conocimiento será limitado comparado con el de un profesional y, lo que a nosotros puede resultarnos inexplicable, ellos podrán identificarlo en un pestañeo.

Así son las cosas y, sin embargo, insistimos en gritar “OVNI” en cuanto los cielos nos sorprenden. En realidad, lo estamos deseando (algunos más que otros), y no dudamos en agarrarnos a cualquier posible indicio de vida extraterrestre. Por eso han generado tanto revuelo las fotografías tomadas desde la Estación Espacial Internacional, porque esas dos luces azuladas que iluminan la atmósfera no son ninguna de las cosas que estamos acostumbrados a ver o, al menos, no como imaginamos. La imagen fue tomada el 30 de octubre de 2021, pero no ha saltado a las redes hasta hace unos días viralizándose a toda velocidad. Cuando se tomó la fotografía, la Estación Espacial Internacional estaba sobrevolando China, uno de los brillos se encuentra sobre el golfo de Tailandia y el segundo parece encontrarse en el margen de la Tierra, entre la superficie y el límite superior de la atmósfera, contenido en esa columna de aire. ¿A qué nos enfrentamos?

¿Imagina que identificaras cada sonido inesperado con la presencia de un fantasma? Un crujido a tus espaldas, un siseo extraño en las tuberías o un ladrido que no suena completamente como crees que debería. A todos nos resulta ridículo, pero, en cambio, muchos consideran que los OVNIs siempre han de tener lugar en las explicaciones científicas, porque “la ciencia consiste en estar abierto a cualquier explicación”. Dejando a un lado la imprecisión de ese comentario, si las ciencias nos han traído hasta aquí es porque seguimos una serie de reglas para quedarnos con una u otra explicación, aunque todas sean plausibles. La parsimonia es clave, por ejemplo, lo cual significa que hemos de evitar introducir artificios innecesarios en nuestras explicaciones y quedarnos, en igualdad de condiciones, con la explicación más “ordinaria”, la más sencilla.

Si supiéramos de la existencia de extraterrestres, estos podrían considerarse como una explicación para determinados eventos, pero como no es así y sí conocemos procesos atmosféricos capaces de dar los mismos resultados, no hay necesidad de fabular. Y es que siempre hay una explicación rocambolesca que encaja con todo lo que vemos, por eso funciona la fantasía, porque se nos da bien crear realidades alternativas donde la magia sustituye a la parsimoniosa naturaleza. Dicho de otro modo, los OVNIs tienen que ser el último recurso y no nuestro último recurso, sino el último recurso de la comunidad de expertos. Porque si de nosotros dependiera identificar eventos extraños, estaríamos gritando “OVNI” constantemente (como muchos aficionados hacen).

Lo que vemos en la imagen son, en realidad, dos eventos diferentes y sin relación entre ellos, pero que han coincidido en el tiempo por pura casualidad. La luz que encontramos sobre el golfo de Tailandia, en la parte inferior de la imagen, es simplemente un relámpago. Normalmente no se suelen ver desde lo alto de atmósfera, porque las nubes los tapan. Sin embargo, en este caso parece que se había abierto un claro en el centro de la nube, permitiendo que el brillo azul del relámpago se colara hasta las capas superiores de la atmósfera. No hay más misterio.

En cuanto al segundo brillo, el que parece ocurrir en la capa de atmósfera que rodea la Tierra y que vemos en la parte superior derecha de la imagen, la culpable es la Luna. La luz que la Luna refleja del Sol atraviesa nuestra atmósfera y de la multitud de colores que forman ese rayo luminoso, el azul suele interactuar más con las partículas del aire, desviándose en todas las direcciones. Ese es el motivo por el que vemos el cielo azul a no ser que miremos directamente la fuente de luz y, en este caso, también es el motivo por el que surge un punto luminoso en el margen derecho de la fotografía.

Así de simple y mundano como un rayo y la Luna. Dos tirones de orejas que nos invitan a mordernos la lengua antes de clamar OVNI con cada imagen extraña que caiga en nuestras manos.

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