Las jirafas, camino de la extinción
Las jirafas en el este de África pueden estar mucho
más amenazadas de lo que se pensaba, según revelan los autores de un estudio
científico que reclaman estrategias de conservación para protegerlas. Entre los
investigadores existe una especial preocupación por el futuro de las jirafas
masai (Giraffa camelopardalis tippelskirchi), que ocupan parte de Tanzania y el
sur de Kenia.
El número de ejemplares de esta subespecie (algunos
científicos la consideran una especie), declarada en peligro de extinción por
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 2019,
cayó a la mitad –de 70.000 a 35.000– en los últimos 30 años. Uno de los mayores
problema es la endogamia, la falta de mestizaje.
Ocurre que existen dos poblaciones separadas
geográficamente por los escarpados acantilados del Gran Valle del Rift, una al
oeste y otra al este.
Esos acantilados son barreras enormes, que
dificultan la dispersión este-oeste y el flujo de genes. Presentan pendientes
máximas que promedian el 50% en una extensión de más de 400 kilómetros y solo
existen unos pocos pasos, con pendientes entre el 31% y el 40%. Además, estos
escasos corredores naturales están ocupados por asentamientos humanos, explican
los investigadores.
Las dos poblaciones de jirafas masai, también
conocidas como del Kilimanjaro, son, por lo tanto, Unidades Evolutivamente
Significativas (ESUs) y, en consecuencia, deben ser consideradas distintas para
fines de conservación, según los científicos.
"Proponemos que los esfuerzos de conservación
se centren en mantener y desarrollar corredores entre las poblaciones dentro de
la población de jirafas masai del este y dentro de la población de jirafas
masai del oeste, como esfuerzos separados pero coordinados", apunta
Douglas Cavener, profesor de Biología de la Universidad Estatal de Pensilvania
y uno de los autores del estudio.
Los investigadores resaltan que las poblaciones
divididas de jirafas no han intercambiado material genético entre sí ni se han
cruzado en más de mil años y, en algunos casos, probablemente, en cientos de
miles de años. Creen que esta circunstancia desempeña un "papel
importante" en la disminución de las poblaciones, también amenazadas por
la caza ilegal y la pérdida de hábitat.
"Hemos mostrado pruebas convincentes de que las
jirafas masai del este y del oeste están reproductivamente aisladas y lo han
estado durante miles de años", recoge el estudio, que acaba de ser
publicado en la revista ‘Ecology and Evolution’.
Por este motivo, los científicos consideran que las
jirafas masai del este y del oeste, a la hora de abordar su conservación,
deberían ser tratadas como pertenecientes a dos poblaciones distintas.
Para evaluar el impacto del aislamiento en el flujo
de genes de la jirafa masai, los investigadores examinaron secuencias genómicas
completas de ADN nuclear y ADN mitocondrial (ADNmt) de animales ubicados al
este (en el ecosistema de Tarangire) y al oeste (en el ecosistema del
Serengeti) de los escarpes en el norte de Tanzanía.
Los científicos recolectaron muestras fecales de 320
jirafas masai y usaron dardos de biopsia remota para obtener muestras de tejido
de 100 jirafas, todas ellas residentes en áreas protegidas.
"La evidencia de la variación del ADNmt, que
mide el flujo de genes mediado por hembras, sugiere que estas no han migrado a
través del Gran Valle del Rift entre poblaciones en los ecosistemas de
Serengeti y Tarangire en los últimos 289.000 años", concluyen los investigadores.
"El análisis de la variación del ADN nuclear
sugiere que el flujo de genes mediado por el ser humano a través del Gran Valle
del Rift ha ocurrido más recientemente, pero se detuvo hace unos años",
añaden.
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