Saturno es un gigante gaseoso fallido
Saturno, que es casi cien veces más grande que la
Tierra, parece menos impresionante en comparación con Júpiter, que es casi tres
veces más masivo. Por esta razón, un astrofísico sostiene que Saturno no
debería ser clasificado como un gigante gaseoso. El trabajo está disponible en
Arxiv.
La percepción común entre los astrónomos y el
público en general es agrupar a Júpiter y Saturno como gigantes gaseosos. Esto
se debe a que ambos planetas son bastante grandes y sus atmósferas están
compuestas de hidrógeno y helio, además de compartir proximidad en nuestro
sistema solar.
No obstante, exploraciones más profundas realizadas
por las naves espaciales Cassini y Juno han revelado diferencias sustanciales
entre los dos, especialmente en la cantidad de elementos más pesados que se
encuentran en su interior. Es relevante destacar que Júpiter es tres veces más
masivo que Saturno, lo que supone un punto significativo de distinción
En un artículo reciente, Ravit Helled, astrofísico
de la Universidad de Zúrich, propone una nueva perspectiva. Para él, nuestro
sistema solar tiene solo un verdadero gigante gaseoso: Júpiter. En cuanto a
Urano y Neptuno, cuyos elementos se distancian del hidrógeno y el helio, se
denominan con mayor precisión gigantes de hielo. Según esta argumentación,
Saturno no es un gigante gaseoso genuino, sino un planeta que no logró alcanzar
ese estatus.
La formación de un planeta gigante es un proceso
complejo. En el sistema solar primitivo, había un entorno dinámico con
abundante material, principalmente hidrógeno y helio, girando alrededor del Sol
naciente. A medida que este empezó a calentarse, expulsó todo el hidrógeno y el
helio del sistema.
Esto implica que los planetas tienen un tiempo
limitado para acumular masa y alcanzar la grandeza. Cuanto más masivo se vuelve
un planeta, mayor es la fuerza gravitacional que ejerce, atrayendo más
material. Sin embargo, este proceso debe ocurrir antes de que el Sol disperse
todos los elementos ligeros, deteniendo el crecimiento.
En el pasado, se asumía que tanto Júpiter como
Saturno experimentaron procesos similares, alcanzando una etapa crítica para
acumular rápidamente una gran cantidad de material. Ahora, Helled sugiere que
Saturno nunca tuvo esa oportunidad.
La masa crítica para que un planeta adquiera una
cantidad significativa de hidrógeno y helio es aproximadamente 100 veces la
masa de la Tierra. Júpiter supera de manera abrumadora este umbral, obteniendo
la mayor parte del material del sistema solar exterior antes de que el Sol
pudiera dispersarlo.
Urano y Neptuno eran demasiado pequeños para lograr
este tipo de éxito, mientras que Saturno estaba en el límite. Si «el señor de
los anillos» hubiera sido un poco más grande, podría haber rivalizado con
Júpiter.
Saturno se atascó en su crecimiento, atrayendo una
cantidad significativa de hidrógeno y helio debido a su fuerza gravitacional,
pero no lo suficiente como para acelerar el proceso. En consecuencia, Saturno
es, en esencia, un gigante gaseoso fracasado, según Helled.
Esto sugiere que, a pesar de sus aparentes
similitudes, Júpiter y Saturno siguieron caminos evolutivos completamente
diferentes, lo que explica sus diferencias más profundas. Comprender estas
evoluciones divergentes puede proporcionar información no solo sobre el
desarrollo de nuestro sistema solar, sino también sobre la formación de otros
sistemas estelares.
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