Prueban un método para no envejecer en el espacio: “Los astronautas de 50 años parecen de 80″
La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en
inglés) tiene entre manos un experimento que entusiasma por su potencial para
mejorar la salud y bienestar de los astronautas en el espacio. La iniciativa
tiene como objetivo combatir la pérdida de masa muscular, una de las secuelas
más acuciantes de la exposición de largo plazo a la microgravedad.
Tal como nota la publicación Space, la pérdida de
masa muscular es una “consecuencia médica inevitable de las misiones de larga
duración”. Investigaciones previas demostraron que un astronauta de entre 30 y
50 años de edad que pasa seis meses en el espacio regresa con la fuerza de una
persona de 80, perdiendo la mitad de su fuerza.
Estudiar ese fenómeno en la salud humana y evaluar
posibles tratamientos cobra especial relevancia, conforme agencias estatales y
empresas privadas aceleran en la carrera espacial. Se prevé que en el futuro
cercano existan asentamientos humanos lejos de la Tierra y, en tanto, estadías
de largo plazo, tal como ya ocurre en la Estación Espacial Internacional (EEI).
La Luna y Marte se perfilan como los próximos destinos.
En las actuales misiones, los astronautas siguen un
riguroso plan de ejercicio físico. En la EEI, los tripulantes deben realizar
actividad al menos durante dos horas al día, a fin de combatir el
debilitamiento corporal. Los planes varían según las agencias y las personas.
Por ejemplo, los astronautas de Estados Unidos, Japón y Canadá habitualmente
eligen entrenamientos de resistencia y aeróbico, mientras que los de Rusia
prefieren las cintas de correr y el pedaleo en bicicletas fijas.
Sin embargo, el ejercicio físico en el espacio
parece insuficiente. Un estudio que monitoreó a dos astronautas durante seis
meses de vuelos espaciales mostró que a pesar del entrenamiento de alta intensidad,
la tripulación aún experimentó pérdida de masa muscular.
El experimento del organismo europeo consiste en
reducir los efectos de la microgravedad en la musculatura, mediante la
estimulación eléctrica que permite recuperar masa y fuerza, además de acelerar
los procesos de recuperación.
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El método denominado NMES (siglas de “estimulación eléctrica
neuromuscular”) consiste en realizar breves pulsos que producen contracciones y
compensan los efectos de la inactividad. Cabe señalar que el tratamiento no es
desconocido: ya se emplea en terapias de rehabilitación, por ejemplo en
pacientes con largos períodos de inmovilidad. La novedad de la propuesta radica
en llevar esta técnica por primera vez al espacio.
Con ese objetivo en la mira, la ESA ya tiene a su
primer sujeto para llevar a cabo el experimento anti-age. Se trata de Andreas
Mogensen, un astronauta danés que a fines de agosto voló hasta la EEI, un
laboratorio orbital que se encuentra a unos 400 kilómetros de la superficie
terrestre, donde permanecerá por un período de seis meses.
Siguiendo a la fuente, Mogensen no será sometido a
estímulos eléctricos, sino que inaugura un grupo de control. En concreto,
realizará exámenes que eventualmente permitirán emplear esta técnica en el
futuro. Además de sus trabajos e investigaciones en la Estación, el danés
proporcionará datos relevantes sobre el estado de su musculatura, antes y
después de su estadía lejos de nuestro planeta. Esa información servirá como
referencia para futuros tratamientos con NMES a astronautas.
Se espera que un segundo grupo de prueba sí realice
el procedimiento de estimulación muscular, para comparar los resultados con los
de Mogensen. De ese modo, se determinará si ese procedimiento es útil para
mejorar la salud de los viajeros espaciales.
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