China reclama a varios países que le devuelvan los osos panda

 

Los Osos Pandas son unos animales muy queridos entre los visitantes de los zoológicos. La gran mayoría de estos animales proceden de China, país que realiza acuerdos con otros para enviar especímenes de su animal nacional para reflejar los lazos de “amistad y cooperación”. Esta acción está denominada como “diplomacia panda”.

“La diplomacia panda se utilizó de manera muy eficaz para hacer que China pareciera no sólo más amigable, sino también más familiar para la gente. Para, en cierto modo, permitir que China reingresara a la sociedad global”, cuenta la experta en política china Mary Gallagher, profesora de la Universidad de Michigan.

Esta “diplomacia”, se basa en un contrato entre China y otro país, en el que se acuerda un tiempo para que una cantidad de osos panda vivan en sus zoológicos como parte de un proyecto de investigación, conservación y reproducción que reflejaba la cooperación entre los países. Esos contratos expiran, y es China el que decide si quieren traer de vuelta a los especímenes o renovar dicho contrato. Actualmente, China está haciendo todo lo posible para finalizar los contratos para que sus osos panda vuelvan a su lugar de origen y permanezcan como símbolo del país.

En 1972 llegaron a Estados Unidos los primeros osos panda, después de que el primer ministro chino, Zhou Enlai, le prometiese a la primera dama de EE.UU., Pat Nixon, que le enviaría una pareja de osos panda gigantes a la ciudad de Washington.

El viaje del presidente Richard Nixon a China representaba un nuevo inicio en las relaciones extremadamente limitadas que ambas naciones habían tenido en los últimos 20 años, desde la fundación de la República Popular China en 1949, bajo el mando del Partido Comunista y su líder Mao Zedong.

Tras el interés de la primera dama estadounidense por los osos, a los pocos meses llegaron a la Casa Blanca, Hsing-Hsing (macho) y Ling-Ling (hembra), como “un regalo del pueblo de la República Popular China al pueblo de EE.UU.”.

Desde la década de 1980, el gobierno chino dejó de regalar los animales y comenzó a prestarlos, con contratos de alquiler en los que los destinatarios pagarían hasta US$1 millón al año por tener a estos animales en sus zoológicos. Con el dinero obtenido del alquiler, el gobierno chino se compromete a invertir este dinero en esfuerzos para preservar los animales en su territorio y los bosques de bambú que habitan.

 

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