Logran cultivar garbanzos en suelo lunar

Científicos han logrado cultivar garbanzos en suelo lunar, hecho muy similar a lo visto en la novela de Andy Weir “El marciano” que nos traslada a un futuro cercano donde la exploración espacial ha alcanzado niveles sin precedentes. La trama sigue al astronauta y botánico Mark Watney, interpretado por Matt Damon, quien por cuestiones del destino se encuentra solo en Marte.

Utilizando ingenio y conocimiento científico sobre botánica, Watney logró cultivar patatas en las duras tierras de Marte para sobrevivir en un entorno desconocido. Esta trama, una combinación de ciencia y ficción, nos hace preguntarnos: ¿es realmente posible cultivar plantas en suelo extraterrestre? Sorprendentemente, la respuesta está más cerca de la realidad de lo que pensamos. Pero en lugar de patatas, había garbanzos y en lugar de suelo marciano había suelo lunar.

El suelo lunar, o regolito lunar, se compone principalmente de fragmentos de roca y polvo con una composición única, formada por impactos de meteoritos a lo largo de miles de millones de años. Es rica en minerales pero también en metales pesados y, a diferencia del suelo riquísimo de muchos ecosistemas terrestres, que está lleno de nutrientes y microorganismos esenciales para la vida, el suelo de la superficie lunar es un sustrato completamente estéril.

Estos componentes, que no están presentes en la Luna, son esenciales para el crecimiento, la salud y la resistencia de las plantas a condiciones adversas.

Desde que las primeras misiones Apolo trajeron muestras de suelo lunar, ha habido muchos intentos de cultivar plantas en este suelo o en versiones simuladas del mismo. En 2022, los investigadores Anna-Lisa Paul, Steven Elardo y Robert Ferl de la Universidad de Florida intentaron cultivar la planta Arabidopsis thaliana, una de las plantas modelo más utilizadas en el laboratorio.

Los resultados, publicados en la revista científica Communications Biology, dependiente de la revista Nature, mostraron que las plantas cultivadas en suelo lunar presentaban un crecimiento muy pobre y síntomas de estrés severos.

Las científicas Jessica Atkin, de la Universidad de Texas A&M y Sara Oliveira Santos, de la Universidad de Brown, estudiaron la viabilidad de cultivar garbanzos en suelo lunar simulado, un sustrato creado en la Tierra, pero con las mismas propiedades fisicoquímicas que el original. Pero al igual que Mark Watney, decidieron ayudar a las plantas para que no sea solo un suelo inerte.

Al regolito lunar le agregaron algo de vermicompost. La lombricomposta es un abono orgánico rico en nutrientes y microorganismos, obtenido de la descomposición de la materia orgánica por las lombrices. La producción de este material es muy sencilla y se puede realizar sin necesidad de grandes cantidades de material.

En una misión hipotética podría transportarse microorganismos deshidratados y lombrices en cautiverio y elaborar el vermicompost a partir de restos de comida y otros desechos orgánicos. No es necesario un suministro constante de estas materias primas, solo son necesarias para iniciar el proceso y, a medida que la planta crece, se van utilizando sus mismas hojas y partes muertas para continuar el proceso.

También se utilizaron hongos micorrícicos. Este tipo de organismos entra en una relación simbiótica con las raíces de las plantas, especialmente las leguminosas como el garbanzo, mejorando su absorción de nutrientes y su resistencia al estrés.

Estos hongos pueden transferirse inicialmente en el medio de cultivo o con plantas vivas que transmiten micorrizas a nuevas semillas germinadas.

Los científicos dicen que al combinar micorrizas y abono, lograron cultivar garbanzos en un ambiente controlado que se asemeja a las condiciones de la luna.

Aunque las plantas mostraron signos de estrés, este experimento fue un paso adelante con respecto a la investigación realizada con Arabidopsis. Sin embargo, los científicos enfatizan la necesidad de ajustar el proceso para reducir el estrés de las plantas.

El cultivo de plantas en la Luna o en Marte implica dificultades insuperables, principalmente debido a la falta de una atmósfera adecuada (Marte tiene una atmósfera pero inhóspita) y a las duras condiciones ambientales. Para superar estos obstáculos se necesitan instalaciones especializadas para controlar la presión atmosférica, la humedad, la temperatura y la composición del aire; algo que se ha hecho en muchos laboratorios y no significa una dificultad en localizaciones fuera de nuestro planeta.

Si se confirman los resultados de la investigación de Atkin y Oliveira Santos, en condiciones adecuadamente controladas, será posible cultivar plantas en futuras bases en la Luna o en Marte sin tener que transportarlas ni mover grandes cantidades de suelo terrestre. Sólo habrá que disponer de esporas de microorganismos, lombrices, materia orgánica y cultivos de micorrizas para elaborar vermicompost y mejorar el suelo lunar.

Esta sería una forma de reducir la dependencia de la Tierra para el suministro de sustratos y materias primas, minimizando al mismo tiempo la cantidad de carga que hay que transportar en las expediciones de investigación tripuladas y alargando su estancia sin reabastecimiento. Tal como lo hizo Mark Watney en Marte.

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