Resuelven el misterio del origen del ‘árbol de la vida’
Un baobab es un árbol espectacular. Varios baobabs juntos son una imagen de ciencia ficción. Con su altísimo tronco cilíndrico, y sus escasas hojas y ramas, se asemeja más a un gigante que intenta tapar el sol con sus diminutos brazos. Es como si a la Tierra le hubieran salido raíces, esperando el crecimiento de una colosal patata en la superficie. Un baobab es un árbol impresionante. Varios, un combate impracticable para Don Quijote.
Solo hay ocho especies en el mundo conocidas, y de
ellas, seis se encuentran en la isla de Madagascar, el país que consideran la
‘tierra natal’ del árbol sagrado. Según un estudio publicado en la revista
Nature, una especie primigenia de baobab que nació en Madagascar hace 21
millones de años originó el resto de variantes conocidas.
“Secuenciamos los genomas de las ocho especies de
baobab existentes y argumentamos que Madagascar debería considerarse el centro
de origen de los linajes existentes, una cuestión clave en su historia
evolutiva”, explica el estudio, desarrollado por los jardines de Wuhan (China),
Kew (Reino Unido), la universidad de Antananarivo (Madagascar) y la Queen Mary
University de Londres (Reino Unido).
Las semillas de esa especie primigenia viajaron a
África continental, que le pilla más cerca, pero también hasta Australia,
regiones en las que se han desarrollado el resto de especies de baobabs. Se
forma así algo parecido a un ejército de superhombres inmóviles, que ven pasar
a los caminantes, al sol por encima de sus cabezas y a la vida.
Sin embargo, este árbol se encuentra en peligro de
extinción. Los ejemplares más grandes pueden llegar a vivir entre 1.000 y
2.5000 años, pero en los últimos tiempos se han registrado varias muertes
prematuras. Un estudio publicado en Nature Plants asegura que los baobabs son
vulnerables al cambio climático.
Melones en una planta, a 20 de julio de 2023, en
Alcázar de San Juan, Ciudad Real, Castilla-La Mancha (España). La escasa oferta
de melones y sandías ha hecho que suba el precio de estas frutas típicas del
verano, alcanzando los 2,50 euros el kilo cuando por estas mismas fechas se
vendían a 1,20 euros el kilo. Esta escasez es debida a las altas temperaturas y
las precipitaciones intermitentes de mayo y junio, que hicieron que se echaran
a perder muchos frutos.
“Sospechamos
que esto está asociado con el aumento de la temperatura y la sequía, con
modificaciones significativas de las condiciones climáticas que afectan al sur
de África en particular”, explicaba a BBC Adrian Patrut, de la Universidad
Babes-Bolyai en Rumania, uno de los miembros del equipo de investigación.
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