Dos razas de ovejas amenazadas evolucionan para quedarse sin lana y salvarse de la extinción
La subida de temperaturas y la proximidad del verano, no solo afecta a los seres humanos, también a los animales. Desde hace casi dos décadas, en la finca de La Chimenea en Aranjuez, conviven centenares de ovejas de dos razas autóctonas de la región. Estas pertenecen al Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario de la Comunidad de Madrid (IMIDRA) y sirven además de para ensayar nuevas técnicas de manejo, para la mejora genética de estas especies en peligro de extinción y su reintroducción en las ganaderías con las que cuenta la Comunidad de Madrid. Nos trasladamos hasta allí para asistir a su jornada anual de esquileo, una técnica tradicional que se lleva a cabo para que las ovejas pasen de la mejor forma posible el verano además de, para comprobar si tienen alguna herida o patología en la piel.
Las tareas de esquileo arrancar a primera hora de la mañana con la
instalación de las herramientas y aperos necesarios, y suele prolongarse hasta
entrada la tarde. Al tratarse de un trabajo bastante físico y duro, esto varía
en función del ritmo y necesidades de los esquiladores. En esta ocasión, fueron
dos profesionales los que acudieron hasta La Chimenea para llevar a cabo el
esquileo de las trescientas ovejas. «Es un trabajo muy físico, pero se basa en
la técnica. Tienes que tener los pies bien colocados y se trata de hacer un
baile con la oveja que te permita hacer un esquileo fluido. Así es la única
forma de hacer una oveja tras otra», explica Ignacio Valero, esquilador
profesional, a este periódico. A los que se preguntan si la oveja sufre durante
el proceso, nada más lejos de la realidad. «No sufre, se estresa, porque no
está acostumbrada a que la agarren. Antiguamente se las ataba de las patas, con
esta técnica no, y en menos de dos minutos la oveja sale esquilada y habiendo
sufrido el mínimo estrés posible». Cronómetro en mano, damos fe de ello. Cada
oveja de estas razas, pesa entre 50 y 70 kilos y puede dar unos dos kilos de
lana.
En cuanto al uso que se hace de esta después del esquileo,
lamentablemente su calidad no es equiparable a la merina. «A pesar de que estas
ovejas tienen buenas aptitudes en cuanto a la producción cárnica y láctica,
desgraciadamente su lana no tiene el valor que tenía. En estos momentos la
estamos utilizando para compostar», explica Mónica Martínez, directora gerente
de IMIDRA, «se mezcla con el pasto, se crean unas camas que sirven para la
siempre y así logramos reintroducirla en el proceso». Independientemente de su
aprovechamiento, el ritual del esquileo evita la acumulación excesiva de la
lana, la cual puede propiciar problemas dermatológicos y parasitarios. Hacerlo
de forma regular también permite obtener lana de mejor calidad, más resistente
y uniforme, y ha de hacerse necesariamente para mantener a las ovejas en
condiciones óptimas de bienestar durante los meses estivales ayudando también a
que no disminuya su producción láctea. Con esta jornada, además, el Gobierno
regional pretende preservar los usos ganaderos tradicionales y potenciar la
producción de calidad.
Concretamente son trescientas las ovejas de los dos núcleos de
cría de ovino pertenecientes al instituto y son de las razas autóctonas Rubia
de El Molar y Negra de Colmenar, ambas consideradas como razas amenazadas.
Actualmente sólo constan unos 7.600 ejemplares en el caso del ganado
colmenareño y unos 2.000 ejemplares de oveja Rubia del Molar. Por ello, el
IMIDRA trabaja en los respectivos «Programas de Cría», por los que se realiza
la selección genética de los mejores ejemplares para poderlos entregar a los
ganaderos interesados, promocionando dichas razas para evitar así su
desaparición. Las razas autóctonas actúan como una reserva de biodiversidad, un
patrimonio genético único, muy adaptado a su entorno, aunque con menores
producciones que otras razas más comerciales. Suponen un modelo extensivo
sostenible en la conservación de los sistemas agrícolas gracias a su aportación
de materia orgánica a los suelo. Además, su pastoreo contribuye a prevenir
incendios al controlar la vegetación, por no hablar de sus beneficios sociales,
al fijar población al territorio, proporcionando un medio de subsistencia.
Además, ambas razas cuentan con el logotipo de «raza autóctona»,
el cual permite reconocer, al figurar en su etiquetado, la carne procedente de
las mismas, de altísimo valor gastronómico. «Esta finca está dedicada a la
explotación e investigación animal, pero otra de las actividades del instituto
a través del centro de innovación es gastronómica es esa valoración de esas
materias primas autóctonas», apunta Martínez. Lo hacen a través de la creación
de nuevos productos, análisis culinarios, control lechero o seguimientos de
parámetros de calidad de los productos, entre otras actividades. Por suerte, la
Comunidad de Madrid todavía cuenta con asociaciones y ganaderos que siguen con
esta labor, sin embargo la falta de relevo generacional es la principal
preocupación de la región. «Por suerte, desde el punto de vista del consumidor,
cada vez se aprecian más los productos exclusivos y de calidad, sin embargo, la
dureza y dedicación que conlleva este trabajo hace que se abandone. Falta mucha
divulgación». Demostrar que la ganadería tiene futuro es uno de los objetivos
del IMIDRA.
El Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural,
Agrario y Alimentario de la Comunidad de Madrid (IMIDRA) además de estar
dedicado fundamentalmente a la investigación tiene otras áreas: la producción,
prestación de servicios a ganaderos y agricultores y a la transferencia y
formación. Cuenta con un área forestal, área ganadera, agrícola,
agroalimentación y fomento de cultivos leñosos, agroambiental y otra dedicada a
la transferencia y formación, gestión de la calidad. La actividad del instituto
es muy amplia. Concretamente, en el área de mejora ganadera, a parte de la
investigación en cuanto al manejo de razas y nuevas técnicas, son custodios del
banco nacional de germoplasma. En el cual tienen material genético de todas las
razas autóctonas de España. El principal valor del instituto es, sin duda, que
toda la investigación y el trabajo de sus diferentes áreas la transfieren de
forma muy directa a todos los sectores de la Comunidad de Madrid.
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