¿De dónde viene? Descubren un asteroide que viaja en sentido contrario al resto de asteroides y planetas

A diferencia de la mayoría de los cuerpos celestes en nuestro sistema solar, el asteroide del que hablaremos hoy viaja en sentido contrario al resto de los asteroides y planetas. Se trata de un pequeño asteroide, de aproximadamente 3 kilómetros de diámetro que desafía las trayectorias bien definidas de los objetos celestes, que normalmente orbitan alrededor del Sol en sentido contrario a las agujas del reloj. Este asteroide viaja en dirección opuesta a todos los demás, asteroides y planetas de nuestro sistema solar. Se trata de Bee Zed, conocido oficialmente como 2015 BZ509 y lleva 4.500 millones de años orbitando alrededor del Sol a la misma distancia que Júpiter.

Este insólito asteroide fue descubierto en 2015 por astrónomos que utilizaron el telescopio Pan-STARRS 1 de Hawái -Telescopio de Inspección Panorámica y Sistema de Respuesta Rápida-, concretamente fue identificado por Helena Morais, profesora del Instituto de Geociencias y Ciencias Exactas de la Universidade Estadual Paulista (IGCE-UNESP) quien ya había previsto el descubrimiento dos años antes. Trabajando junto a Fathi Namouni del Observatorio de Côte d'Azur en Francia, Morais formuló una teoría sobre los objetos coorbitales retrógrados, que se mueven en dirección opuesta a la de los planetas, y sobre las resonancias orbitales retrógradas en general.

 No es el único. Bee Zed se suma a una pequeña lista de asteroides (alrededor del 0,01 por ciento) en nuestro sistema solar que viajan alrededor del Sol en un movimiento retrógrado (y, por tanto, en el mismo sentido de las agujas del reloj) cuando se visualiza desde arriba, mientras que el resto viajan en un movimiento prógrado (en el sentido contrario a las agujas del reloj). Pero tampoco es la única particularidad de este asteroide. Tiene la distinción de ser el único objeto retrógrado conocido en el sistema solar que comparte su plano orbital con otro planeta, en este caso el poderoso Júpiter y que sigue saliendo ileso de sus encuentros cercanos alrededor del Sol.

Este asteroide que viaja a contra mano (o del revés), tarda 12 años en completar una órbita alrededor del Sol, aproximadamente el mismo tiempo que Júpiter pero en dirección opuesta. Y, precisamente, la gravedad de Júpiter juega un papel crucial a la hora de desviar la trayectoria de Bee-Zed, permitiendo que tanto el asteroide como el planeta continúen de forma segura en sus órbitas. Lleva siendo estable millones de años. El asteroide cruza la trayectoria de Júpiter cada seis años, pero debido a su resonancia coorbital, nunca se acercan a menos de 176 millones de kilómetros, distancia suficiente para evitar perturbaciones importantes en la órbita del asteroide.

Esta 'danza orbital' funciona de la siguiente manera: mientras Bee-Zed orbita alrededor del Sol en la dirección opuesta a Júpiter, periódicamente se acerca y se aleja del planeta. Durante estos encuentros cercanos, la gravedad de Júpiter altera la trayectoria de Bee-Zed, lo que evita colisiones y mantiene la órbita del asteroide estable. De ahí que, a pesar de que vaya en sentido contrario a Júpiter, coexiste con él en un equilibrio dinámico de fuerzas. Nunca se acerca demasiado.

Lo cierto es que las órbitas trógradas son poco frecuentes. Lo normal es que los asteroides se muevan "con el tráfico"; solo Júpiter ya está acompañado por miles de asteroides troyanos que comparten la órbita del planeta gigante. Y todos los planetas y la mayoría de asteroides así lo hacen debido a que el sistema solar nació de una nube giratoria de polvo y gas y la mayoría sigue girando tal y como lo hacían antes.

El origen de su órbita retrógrada sigue siendo tema de debate científico, aunque hay varias hipótesis: por ejemplo, que sea un visitante de otro sistema solar y que fuera capturado por la gravedad del Sol. Este origen interestelar podría explicar su atípica órbita retrógrada; también podría ser que en el enorme caos que habría sido el sistema solar primitivo, Bee Zed sea un fósil de ese pasado turbulento; por último, también se plantea que Bee-Zed podría haberse formado originalmente en el sistema solar con una órbita prógrada, pero que fue perturbado posteriormente por interacciones gravitacionales con otros cuerpos celestes, lo que hizo que adoptara esta órbita a contra sentido.

Lo cierto es que su órbita retrógrada estable demuestra la complejidad de las interacciones gravitacionales y el potencial de diversas configuraciones orbitales (aunque con lo lejos que está es complicado que vayamos a ir para allá a realizar alguna prospección). Lo curioso de este caso es que podríamos considerar incluso al planeta Júpiter como un controlador de tráfico espacial gracias al que no se producen colisiones y se mantienen las trayectorias de los objetos de forma segura.

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