Hallan en Canadá fósiles de 500 millones de años “fuera de tiempo”
De vez en cuando, la evolución tropieza con una
buena idea y la lleva a cabo. A pesar de su extraño aspecto, la criatura del
Cámbrico Odaraia alata -un artrópodo cuyo caparazón en forma de taco le da una
apariencia de otro mundo- es una de esas buenas ideas. Aunque su cuerpo
protector no sobrevivió más allá del Cámbrico, la estructura de su boca
mandibular sí lo hizo, ya que alrededor del 70% de todos los animales actuales,
desde insectos a crustáceos, utilizan métodos similares para engullir el
sustento.
Sin embargo, el lugar de Odaraia alata como una de
las primeras criaturas con mandíbulas es en realidad un nuevo descubrimiento de
los científicos del Museo Real de Ontario (ROM). Mientras analizaban muestras
fósiles vírgenes extraídas del esquisto de Burgess, uno de los yacimientos
fósiles más diversos y mejor conservados del mundo, situado en la Columbia
Británica canadiense, los científicos observaron bordes dentados cerca de la
boca del antiguo artrópodo, una característica distintiva de los mandibulados.
Los resultados del estudio se publicaron en la revista Proceedings of the Royal
Society B.
"El escudo de la cabeza de Odaraia envuelve
prácticamente la mitad de su cuerpo, incluidas las patas, casi como si
estuviera encerrado en un tubo", explicó en un comunicado de prensa
Alejandro Izquierdo-López, autor principal del estudio y estudiante de la
Universidad de Toronto. Y continúa diciendo:
"Investigadores
anteriores habían sugerido que esta forma habría permitido a Odaraia reunir a
sus presas, pero el mecanismo de captura se nos había escapado, hasta ahora.
Odaraia había sido bellamente descrito en la década de 1980, pero dado el
limitado número de fósiles en ese momento y su extraña forma, dos preguntas
importantes habían quedado sin respuesta: ¿es realmente un mandibulado? ¿Y de
qué se alimentaba?".
Con 30 patas y unos 20 cm de largo -un tamaño
relativamente grande para un animal de ese periodo geológico concreto, lo que
probablemente le permitía desplazarse por mares más abiertos-, O. alata y su
método de alimentación seguían siendo un misterio, principalmente porque los
fósiles no podían detallar esas pequeñas e intrincadas piezas bucales. Esto
llevó a algunos científicos a conjeturar que tal vez O. alata se alimentaba por
filtración, ya que su caparazón ayudaba al flujo de agua, pero los resultados
no fueron concluyentes.
De los 150 especímenes utilizados en este nuevo
estudio, 24 de ellos provinieron del esquisto de Burgess, según The New York
Times. El esquisto de Burgess es conocido específicamente por su alta calidad
de preservación de partes blandas debido a diversas ventajas sedimentarias que
restringieron el flujo de oxidantes durante el entierro temprano de estos
animales. Debido a este entorno sedimentario favorable, Izquierdo-López y su
equipo pudieron ver detalles ocultos en intentos previos de describir esta criatura
de 500 millones de años.
"El esquisto de Burgess ha sido un tesoro de
información paleontológica", dijo Jean-Bernard Caron, curador del ROM y
coautor del estudio, en un comunicado de prensa. "Ya sabemos una cantidad
sustancial sobre la evolución temprana de los mandibulados. Sin embargo,
algunas otras especies habían permanecido bastante enigmáticas, como
Odaraia".
Estos nuevos fósiles dan una imagen más clara de que
O. alata contribuyó a una carrera armamentista evolutiva, ya que sus mandíbulas
permitieron al animal descomponer grandes estructuras en piezas más pequeñas y
acceder a diferentes tipos de alimentos. Para mantenerse al día con la
competencia, otros animales también necesitarían desarrollar estrategias
similares para sobrevivir en el Cámbrico y más allá, y el resultado de esta
competencia se puede ver hoy en las muchas mandíbulas encontradas en especies
de todo el mundo.
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