Un japonés bucea cada semana para encontrar a su esposa desaparecida tras el tsunami de 2011

 

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9.0 azotó Japón, generando un devastador tsunami con olas que alcanzaron entre 49 y 57 pies (15 a 17 metros) de altura. Este desastre natural resultó en más de 20,000 muertos y aproximadamente 2,500 personas desaparecidas. La prefectura de Miyagi fue una de las más afectadas, con 1,213 personas no encontradas.

Yuko Takamatsu, quien trabajaba en el 77 Bank en Onagawa, se encontraba en el techo del edificio de 32 pies cuando fue arrastrada por el tsunami. A las 3:25 p.m., envió un último mensaje de texto a su esposo Yasuo que decía: "¿Estás bien? Quiero ir a casa". Poco después, las olas consumieron la estructura, llevándose a Yuko y a muchas otras vidas consigo.

Después del desastre, Yasuo Takamatsu no pudo encontrar el cuerpo de su esposa ni en las costas ni en las montañas cercanas. Determinado a seguir buscándola, aprendió a bucear en 2013, a la edad de 56 años. Desde entonces, ha realizado más de 600 inmersiones, buscando a Yuko y a otras personas desaparecidas. Durante sus búsquedas, ha hallado objetos personales pero ningún cuerpo.

Un mes después del tsunami, el teléfono de Yuko fue encontrado en un estacionamiento, con un mensaje no enviado que decía: "Tanto tsunami". Así, entre los hallazgos más significativos se encuentran ropa y pertenencias de otras víctimas, pero nada que pertenezca directamente a Yuko.

Yasuo Takamatsu ha expresado que la búsqueda del cuerpo de su esposa es su única opción y que siente mayor conexión con ella en el océano. A pesar de las dificultades y la falta de resultados concretos, su determinación no ha disminuido. En su prolongada búsqueda, también ha brindado apoyo a otros que buscan a sus seres queridos.

La historia de Yasuo ha sido documentada en un cortometraje titulado "Nowhere to Go but Everywhere", que ha sido presentado en diferentes festivales de cine, capturando no solo su odisea personal, sino también el dolor colectivo de la comunidad de Onagawa, que aún lidia con las cicatrices del desastre.

Hasta la fecha, Yasuo Takamatsu sigue inmerso en su misión, impulsado por el amor y la esperanza de encontrar a su esposa Yuko, enfrentando el desafío emocional que cada inmersión en el mar conlleva. Su compromiso y perseverancia continúan siendo una luz en la dolorosa búsqueda de cierre para muchas familias.

El devastador tsunami de 2011 dejó una huella imborrable en Japón, particularmente en la prefectura de Miyagi. Se estima que el techo de la sucursal de 77 Bank, donde Yuko trabajaba, se hundió cuando las olas alcanzaron los 32 pies de altura. Las autoridades reportaron que hasta ahora, más de 20,000 han muerto y aproximadamente 2,500 siguen desaparecidos.

En sus momentos más vulnerables, Yasuo admite que la búsqueda de Yuko puede ser emocionalmente agotadora, pero siente que su conexión con el agua y el mar le permite estar más cerca de ella.

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