Un diente fósil desvela la infancia prolongada de los primeros homínidos
El análisis de un diente
fósil hallado en Dmanisi, Georgia, arroja luz sobre un rasgo clave en la
evolución del género Homo: la infancia extendida. Este descubrimiento sugiere
que hace 1,77 millones de años, los primeros homínidos ya mostraban un
desarrollo prolongado, una característica que marcó un avance crucial en la
evolución humana.
Un equipo internacional
liderado por Christoph Zollikofer, de la Universidad de Zúrich, y publicado en
la revista Nature, ha revelado que este ritmo de crecimiento dental combina una
maduración inicial con un desarrollo posterior pausado. Los investigadores
utilizaron técnicas avanzadas de imagen para estudiar los dientes fósiles, que
actúan como registros del crecimiento diario, similares a los anillos de los
árboles. Estos datos muestran un patrón que recuerda al de los humanos
modernos, con un crecimiento dental acelerado en los primeros años seguido de
un desarrollo más lento de los dientes posteriores.
El impacto de la infancia
prolongada
Este rasgo, único en los
humanos entre los primates, pudo haber permitido a los primeros Homo
desarrollar habilidades sociales complejas y adaptarse a entornos más
desafiantes. Los hallazgos también respaldan la llamada "hipótesis de la
abuela", que plantea que la cooperación intergeneracional —incluyendo el
cuidado de los niños por parte de los abuelos— permitió un crecimiento más
pausado y favoreció el aprendizaje en un entorno social enriquecido.
La paleontóloga Marcia
Ponce de León, coautora del estudio, subraya que este modelo familiar habría
sido fundamental para liberar a las madres de la carga exclusiva del cuidado
infantil, permitiendo una mayor adaptabilidad y desarrollo de habilidades en
estos homínidos. Este descubrimiento no solo resalta la importancia de las
estructuras sociales en la evolución, sino que también revela cómo un simple
diente puede contener las claves de nuestra historia como especie.
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