Una tormenta geomagnética impactará la Tierra entre hoy y mañana
La NOAA advierte que el fenómeno podría intensificarse y provocar fallos en satélites, sistemas de navegación y comunicaciones, además de auroras en latitudes poco habituales
La
Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos
(NOAA) ha alertado de la llegada a la Tierra de una tormenta geomagnética de intensidad moderada entre
hoy lunes y mañana martes. Según los pronósticos, el fenómeno alcanzará
inicialmente la categoría G2
en la escala que mide estas perturbaciones (de G1 a G5), aunque podría
intensificarse en pocas horas hasta la clase G3.
La tormenta se originó tras una llamarada
solar emitida el pasado 30 de agosto por la región de manchas
solares activas identificada como 4199,
que liberó una eyección de masa coronal dirigida hacia la Tierra.
Posibles consecuencias en
satélites y comunicaciones
La NOAA advierte de que el impacto
puede generar problemas de orientación en
satélites, interrupciones
en los sistemas de navegación por satélite (GPS) y fallos en las comunicaciones de radio,
especialmente en las frecuencias de onda corta utilizadas en aviación y
transporte marítimo. También podrían verse afectados los sistemas de radar y,
en casos puntuales, la navegación por compás magnético.
Auroras en latitudes medias
Uno de los efectos más visibles de
la tormenta será la aparición de
auroras boreales en latitudes más bajas de lo habitual, que
podrían observarse durante la noche de este lunes y la del martes. Estos
espectáculos luminosos, habitualmente restringidos a regiones cercanas a los
polos, podrían ser visibles en zonas del norte de Europa, América del Norte e
incluso áreas más meridionales si la tormenta alcanza la intensidad prevista.
¿Qué es una tormenta geomagnética?
Las tormentas geomagnéticas,
también llamadas tormentas solares,
son perturbaciones temporales de la magnetósfera
terrestre provocadas por ondas de choque de viento solar o por
eyecciones de masa coronal que interactúan con el campo magnético de la Tierra.
Estos fenómenos forman parte del denominado clima
espacial, cuya vigilancia resulta clave para prevenir daños en
infraestructuras tecnológicas y en las redes de comunicación global.
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