La insólita conservación de un fósil de renacuajo revela las causas de su muerte
Se encontró en un yacimiento cerca de la
localidad de Tresjuncos, Cuenca, que data del Mioceno Superior (hace entre 6 y
7 millones de años
El cuerpo blando de los
renacuajos rara vez se preserva, por eso es difícil encontrar fósiles del anfibio
en este estado de desarrollo. El análisis de unos restos hallados en Cuenca
desvela el proceso de fosilización y que este ejemplar murió de forma violenta.
En un yacimiento cerca
de la localidad de Tresjuncos, Cuenca, que data del Mioceno Superior (hace
entre 6 y 7 millones de años), se encontró un fósil de un renacuajo de unos 16
centímetros de longitud sorprendentemente bien conservado.
Según explica Borja
Sanchiz, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN),
“encontrar fósiles de larvas de anuros, un grupo de anfibios al que pertenecen
las ranas y los sapos, es muy complicado. Este ejemplar hallado en Tresjuncos
sorprende, además, porque en él se pueden distinguir hasta detalles del cuerpo
blando del animal, algo que raramente fosiliza”.
Dado el extraordinario
descubrimiento, los investigadores procedieron a estudiar cómo tuvo lugar el
proceso de fosilización y preservación del ejemplar.
“Los análisis revelaron
que la fosilización se produjo por un complejo proceso de sedimentación en el
que la actividad microbiana tuvo mucha influencia”, puntualiza Mª Ángeles
Bustillo, también del MNCN.
“El renacuajo habría
quedado enterrado en un evento de sedimentación masiva de algas diatomeas
lacustres y, posteriormente, los microorganismos habrían formado una capa de
calcita alrededor del fósil que actuó como sarcófago protector”, aclara.
Especie del género Pelobates
Seguidamente, Sanchiz y
Rosario Rodríguez Talavera, investigadora del IES Valle del Jerte, realizaron
un minucioso análisis paleobiológico forense de las últimas horas de vida del
animal para conocer sus características, su condición física y la causa de su
muerte.
“Según los estudios
morfológicos y tafonómicos –cómo se produjo la fosilización–, el fósil
pertenece a una especie no identificada del género Pelobates que engloba al
actual sapo de espuelas (Pelobates cultripes).
La larva se encontraba
en un estado de desarrollo avanzado y su gran tamaño indica que estaba en un
ambiente óptimo. Estos datos indican que se encontraba en buen estado de salud
y condición física, por lo que no debió morir de forma natural”, describe
Sanchiz.
“Unas marcas halladas en
el fósil, sin embargo, nos dieron pistas de que la muerte de este animal debió
ser violenta. Las impresiones encontradas tienen formas similares a los
hematomas que dejan en la piel de los renacuajos los picotazos de aves como las
garcetas, lo que apunta que esta podría ser la causa de su muerte”, concluyen
los investigadores.
Comentarios
Publicar un comentario