Así lucía el caballo que vivió en El Salvador hace 250.000 años
Una reconstrucción
artística del caballo de la especie Equus conversidens tomada del libro “Los
fósiles del Tomayate”, del Dr. Juan Carlos Cisneros, nos ayuda a comprender
cómo era este equino, que vivió en nuestro territorio hace miles de años.
La prueba fue dada por
un casco, una mandíbula y un fragmento del cráneo del Equus conversidens —de
más de 250 mil años de antigüedad— descubiertos en 2001, a orillas del río
Tomayate, en Apopa, los cuales fueron los primeros fósiles del género
encontrados en Centroamérica.
El hallazgo fue hecho
por el equipo de Paleontología del Museo de Historia Natural de El Salvador
(MUHNES). Los fósiles del caballo son resguardados por el museo y se encuentran
en un estado de conservación estable, pero cuando fueron recolectados estaban fracturados
en muchas partes debido a la mala conservación del sitio.
En su libro, Cisneros,
quien formó parte del equipo que investigó el sitio, dice: “El género Equus, al
cual pertenece el caballo doméstico, se originó en Norteamérica hace unos cinco
millones de años. Emigró a Suramérica, Eurasia y África”. El especialista
agrega que esta especie “convivió con los primeros humanos que llegaron a
América. Los cazaban y contribuyeron a su extinción hace unos diez mil años”.
Evolución del caballo
Los primeros fósiles de
esta especie fueron descubiertos en el valle de México, y posteriormente en el
sur de Estados Unidos y El Salvador. Aclara el paleontólogo que “los caballos
que existen hoy en América no son descendientes de los que habían antes en el
continente, sino de los que trajeron los españoles”.
Según el MUHNES, los
caballos son originarios de Norteamérica, donde aparecieron hace millones de
años. Sus formas eran muy parecidas a las de los perros y gatos de la
actualidad, eran trepadores y tenían cinco dedos que les ayudaban a subirse a
los árboles y vivir en ellos.
Con el paso del tiempo y
debido a los cambios del clima y la flora —de la que se alimentaban—,
comenzaron a bajar de los árboles y a vivir en los bosques, lo que los hizo
crecer un poco más y alcanzar tamaños como el de un perro pastor alemán.
Hace unos dos millones
de años, los caballos tenían el tamaño de un burro. Su adaptación los llevó a
perder todos los dedos de las patas y, cuando comenzaron a habitar en las
sabanas abiertas, sus dedos se fusionaron en uno conocido ahora como casco o
falange ungular.
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