Luancaina Candasensis, un artrópodo 'revivido' 390 millones de años después
Las duras condiciones de vida en la Asturias de hace 390 millones de años obligaban a buscar originales técnicas de protección a los organismos que la habitaban. Así lo demuestra la última investigación llevada a cabo por el equipo científico del Museo del Jurásico de Asturias (Muja), basada en 98 huellas fósiles halladas en los acantilados de la Punta la Vaca y El Tranqueru, en Luanco y Candás. Gracias a las mismas, José Carlos García-Ramos y Laura Piñuela lograron identificar un nuevo artrópodo marítimo y, además, documentar «su lucha por la supervivencia».
Tal como explica elComercio.es, bautizado como
Luancaina en honor a la localidad gozoniega donde se encontraron la mayor parte
de ejemplares y los mejor conservados, este organismo, de unos tres
centímetros, se 'enterraba' bajo la arena del fondo del mar para encontrar su
«oasis de reposo» en medio del convulso mundo en que vivía. Es la primera vez
que se documenta este comportamiento en un artrópodo tan antiguo.
La muda del
caparazón
Durante el periodo Devónico, Asturias se situaba en
una zona subtropical de clima cálido, en una isla al borde septentrional de la
gran masa continental de Gondwana, explicaron los investigadores. Y las fuertes
corrientes marinas, que empeoraban cuando había tormentas con abundantes
precipitaciones, complicaban notablemente la delicada operación de muda del
caparazón de este primitivo artrópodo marino.
«Estudiando las huellas, hemos podido confirmar que
se introducía en el fango, debajo de la capa de arena, para protegerse de estas
corrientes y, al mismo tiempo, se ocultaba también de posibles depredadores»,
indicó ayer en el museo colungués García-Ramos. «Se colocaba boca arriba y
frotaba su caparazón con el fango hasta lograr desprenderse de él», prosiguió.
Peligros bajo
el fango
De esta forma, lograron documentar dos tipos de
huella o icnoespecies, la Luancaina Candasensis en el caso de que la muda se
realizase de una sola vez, y la Luancaina Elongata cuando eran necesarios
varios intentos para desprenderse del exoesqueleto, imprimiendo entonces una forma
más alargada. Si bien esta técnica resultaba «altamente efectiva», apuntó el
director del Muja, «siempre hay alguien más listo que tú que detecta que estás
en una situación vulnerable y se aprovecha, por lo que encontramos al menos
tres huellas en las que se puede ver perfectamente cómo los ejemplares fueron
atacados por otro artrópodo completamente diferente». Con los resultados de
esta primera investigación publicados en dos revistas especializadas, las
pesquisas continúan para poder descubrir «cómo era la relación de este atrópodo
con otros organismos de la época, como el que le atacó, que sospechamos que
pueda ser un trilobites», adelantó. Los artículos fueron copublicados por
García-Ramos y Piñuela junto a M. Gabriela Mángano y Luis A. Buatois, profesores
de la Universidad de Saskatchewan; el profesor Javier Ortega-Hernández, de la
Universidad de Harvard, y el catedrático Francisco J. Rodríguez-Tovar, de la de
Granada.
Por el momento, solo se hallaron fósiles de las
huellas que dejaron estos artrópodos con sus caparazones y se desconoce cómo
era la parte ventral, pero los investigadores confían en que pronto aparezcan
vestigios del propio organismo. «Podremos entonces saber si era una especie
endémica de esta zona y también si su presencia se prolongó en el tiempo»,
apuntaron los científicos.
Un centro de
investigación
A la presentación del hallazgo acudieron los
alcaldes de Colunga y Gozón, Sandra Cuesta y Jorge Suárez, así como el
consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez. Este último se
mostró entusiasmado y destacó la labor del equipo científico del Muja, pues
«nos ayudan a entender nuestro pasado, a explicar de dónde venimos». Así,
reconoció que le «encantaría» poder «establecer un centro de investigación» en
el museo colungués. «Es un reconocimiento que merecen, pues llevan a cabo dos
importantes tareas como son la internacionalización y la divulgación y veo
conveniente intentar reforzar estos equipamientos», recalcó Sánchez. Eso sí,
puntualizó, se trata de un proyecto que le gustaría poner en marcha y que
todavía tendría una larga andadura por delante.
La idea fue muy bien recibida por García-Ramos,
quien animó al consejero a llevarla a cabo. «Ahora tenemos problemas para
participar en proyectos científicos al no estar reconocidos como centro de
investigación, pero si esto se hace realidad se ría muy importante para
nosotros».
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