Tras las huellas de un virus perdido

 

Ludovic Orlando es un científico francés que lideró un grupo de 162 investigadores -procedentes de un centenar de universidades y laboratorios de todo el mundo- que logró identificar a las estepas del Cáucaso como escenario del origen del caballo domesticado. El hallazgo puso fin a una polémica que duró décadas y ha sido calificado como una de las investigaciones científicas más importantes del siglo.

Con un doctorado en genética molecular otorgado por la Universidad de Lyon y como catedrático de arqueología molecular, Orlando ya logró un sitial en el mundo científico pero ahora decidió dejar de lado el estudio de los cuadrúpedos para dedicarse a los bípedos de nuestra especie, más precisamente a los primeros seres humanos que poblaron nuestro continente y que lograron forjar civilizaciones en territorio andino.

Mañana llega a Lima y de inmediato dictará una conferencia magistral titulada “El ADN fósil, una máquina del tiempo”; y compartirá cátedra con la investigadora peruana Elsa Tomasto, quien sustentará una exposición sobre los avances de la bioarqueología en el Perú. Lo novedoso es que se tratará de un foro presencial que arrancará a las 6 de la tarde en los ambientes del centro cultural Ccori Wasi de la URP (cuadra 51 de la avenida Arequipa).

Antes de volar a Perú brindó una entrevista vía Zoom y fue así como nos enteramos que en Lima trabajará hombro a hombro con Stéphane Bertani, del Instituto de Investigación y Desarrollo francés (IRD). Su objetivo lo define así: “En el Perú hay ciertas poblaciones que son más o menos susceptibles ante ciertos virus, bacterias y ante ciertas enfermedades. Por ejemplo, hay poblaciones que son vulnerables a un cáncer que está directamente vinculado al virus de la hepatitis B. Esto nos lleva a la pregunta de saber si esta susceptibilidad viene directamente de los antiguos pobladores como de Caral o de otras civilizaciones. Nosotros no solo vemos el pasado, investigamos el pasado para comprender mejor el presente. Y para saber qué se puede hacer frente a estas enfermedades y qué poblaciones están más expuestas”.

Como se sabe, los peruanos heredamos patógenos de enfermedades que hoy se consideran endémicas, como la sífilis (que se hizo venérea luego del contacto con los europeos), la tuberculosis y el mal de chagas. Así también existen ciertos virus (como el HTLV-1) que son endémicos en Japón, Perú, Chile y Bolivia. También se sabe que es el hígado el órgano mejor conservado de las momias (incluso existe toda una colección en el museo Chiribaya de Ilo). Orlando conoce esta información, pero reconoce que las muestras que recogerá en Perú servirán, en el corto plazo, específicamente para la investigación del virus relacionado con la hepatitis-B y para el largo plazo se podrán tomar en cuenta los otros patógenos.

Lo cierto es que, en los últimos años, la genética se ha convertido en el mejor aliado de la arqueología. Según Orlando, “la genética ve cosas que otras ciencias no pueden ver. Por ejemplo: la apariencia, cómo se veían los hombres y mujeres del pasado, cuáles eran o cuáles son sus orígenes, cuáles eran sus características médicas, a qué enfermedades eran vulnerables o no. Esto es algo que la arqueología no puede ver pero la genética sí”.

Lo mejor es saber que Ludovic Orlando quiere aprovechar su permanencia en el Perú para “trabajar con científicos locales, asociaciones de estudiantes, con institutos de investigación, es decir, una verdadera colaboración en las investigaciones. Este es mi primer viaje a Perú y espero volver. Lo ideal es que nuestros colegas peruanos puedan ir a Francia”.

https://larepublica.pe/domingo/2022/02/20/tras-las-huellas-de-un-virus-perdido/

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