Científicos confunden una botella de jarabe con un recipiente del siglo II

 

El aserto es muy conocido: “Rectificar es de sabios”. Y la comunidad arqueológica lo ha hecho sin ninguna tibieza. No se trataba, tal y como publicó la prestigiosa revista Pyrenae, de una valiosa botella de vidrio con letras griegas hallada en el yacimiento romano de Los Bañales (Zaragoza), sino que era un frasco de medicamento norteamericano que alguien arrojó en el lugar a finales del siglo XIX o principios del XX. El supuesto autor de la botella, un vidriero griego del siglo II cuyo nombre incluiría las letras WITH, no era tampoco tal, sino que estas formaban parte del sintagma en inglés “with lima & soda” (con lima y soda). Pero, ¿cómo se pudo cometer tan notable error cuando el hallazgo había sido revisado por reconocidos expertos independientes nacionales e internacionales?

El estudio Inscripciones sobre vidrio. Una nueva marca griega sobre fondo de botella hallada en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo, que se hizo público en el último número de Pyrenae, daba cuenta de un sorprendente descubrimiento: un trozo de botella con caracteres griegos que demostraba la actividad comercial internacional del asentamiento aragonés. En el texto, se explicaba que “el presente trabajo da a conocer una singular marca en griego sobre un fragmento de vidrio, perteneciente seguramente al fondo de una botella. Tras revisar y ordenar los usos del vidrio como soporte epigráfico en el mundo romano, se relaciona el texto con el posible nombre de alguno de los uitrarii [vidrieros] atestiguados en el Mediterráneo y se propone, también, con criterios paleográficos y arqueológicos, una datación, el siglo II”.

Los autores, el catedrático de Historia Antigua y director del Diploma de Arqueología de la Universidad de Navarra, Javier Andreu Pintado, y el epigrafista Aitor Blanco-Pérez, doctor por la Universidad de Oxford, recordaban en su estudio que Los Bañales fue una ciudad romana monumental, “uno de los enclaves más dinámicos en la arqueología hispanorromana”, “el primero de la península Ibérica en el que se documentan ventanas hemisféricas en vidrio soplado”.

En el verano de 2019, en el barrio septentrional de la ciudad, se produjo el hallazgo. “Apareció con la característica pátina verdosa y escamada típica de los procesos de corrosión que afectan a los vidrios antiguos y, en particular, a los romanos”, escribieron los expertos. Tras su limpieza y restauración, fue fechado, al haberse hallado rodeado de materiales romanos supuestamente contemporáneos, en la segunda mitad del siglo II.

La inscripción que se lee en el fragmento de la botella es HTIW, pero al encontrarse en el fondo del recipiente, también se podría interpretar al revés (WITH) o formar parte de la raíz griega σωτήρ, que podría corresponderse con el nombre del vidriero. Como ambos especialistas no eran expertos en este material, enviaron su manuscrito a Ana Belén Martínez García, autora de una tesis doctoral sobre vidrio en el yacimiento romano de Petavonium (Rosinos de Vidriales, Zamora) y a Belén Madariaga García, especializada en inscripciones sobre vidrio. No pusieron objeciones.

El artículo también fue enviado al Journal of Glass Studies, posiblemente la mejor publicación sobre vidrio histórico que hay en el mundo, que rechazó el estudio por versar sobre un tema demasiado “especializado y separado de los intereses generalistas de la revista”. Sus responsables, tras admitir el “esfuerzo de sistematización de los usos epigráficos del vidrio y el interés de la pieza hallada”, recomendaron que la información fuese trasladada a otra revista dedicada a inscripciones antiguas.

Los autores tuvieron que esperar así dos años a que Pyrenae diese su visto bueno, ya que antes de aceptar un informe científico se somete a “pares”, es decir, dos analistas independientes comprueban la veracidad de lo afirmado por los redactores. Finalmente, el artículo fue aceptado en abril pasado y hecho público.

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