Logran acelerar una partícula casi a la velocidad de la luz en un laboratorio europeo
Un equipo de físicos de Viena consigue que una microburbuja de silicio alcance el 99% de la velocidad de la luz, multiplicando su masa por siete y poniendo a prueba los límites de la física moderna.
Un grupo de
científicos del Instituto de Ciencia y Tecnología
Cuántica de Viena ha logrado un hito sin precedentes en el
campo de la física experimental: acelerar una
nanopartícula hasta el 99% de la velocidad de la luz, es decir,
casi 300.000 kilómetros por segundo. El logro, que ha sido publicado en la
revista Nature, supone uno de los avances más impactantes en
la verificación práctica de la Teoría de la
Relatividad Especial de Albert Einstein.
El equipo,
liderado por Dominik Hornof, utilizó una microburbuja de
silicio —una diminuta esfera hueca miles de veces más delgada que un cabello
humano— para realizar el experimento. La partícula fue suspendida en una cámara
de vacío mediante pinzas ópticas,
una técnica que utiliza haces de luz láser para mantenerla inmóvil.
Posteriormente, un pulso de luz de altísima intensidad impactó contra ella,
transfiriéndole una cantidad colosal de energía en una fracción de segundo.
El resultado
fue tan espectacular como inesperado: la microburbuja alcanzó
el 99% de la velocidad de la luz (0,99c), un nivel que hasta
ahora solo se había conseguido con partículas subatómicas en aceleradores de
gran escala como el CERN. Según los cálculos de los investigadores, a esa
velocidad la partícula multiplica su
masa por siete, un fenómeno previsto por la teoría de Einstein
pero nunca antes medido en un objeto de esta escala.
“Es como si
algo pesara siete veces más solo por moverse tan rápido”, explican los
investigadores. Este aumento de masa no implica que la partícula gane más
átomos, sino que la energía que la impulsa se manifiesta físicamente como una
forma de peso, lo que dificulta aún más seguir acelerándola.
El
experimento no solo bate récords
de velocidad y energía en laboratorio, sino que además abre una nueva frontera en la física aplicada.
Acelerar objetos macroscópicos a velocidades relativistas permite observar de
forma directa cómo las leyes del universo comienzan a deformarse al acercarse
al límite absoluto de la luz, algo hasta ahora reservado al estudio teórico o a
fenómenos cósmicos extremos.
Los
científicos aseguran que esta tecnología podría tener implicaciones
futuras en múltiples campos, desde el desarrollo de sistemas de
propulsión ultrarrápidos hasta la creación de materiales resistentes a energías
extremas o el estudio de condiciones que simulan entornos de agujeros negros.
El siguiente
objetivo del equipo de Viena será empujar las
partículas al 99,9% de la velocidad de la luz, donde el
incremento de masa sería más de 22 veces. Este nuevo paso permitiría medir con
una precisión sin precedentes cómo la relatividad afecta la materia, acercando
la física experimental al límite mismo del espacio y el tiempo.
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