La NASA realizó un simulacro de impacto de un asteroide en la Tierra
El 16 de agosto de 2022 un asteroide de
aproximadamente 70 metros entra en la atmósfera de la Tierra. A eso de las 8 de
la tarde en España, la roca espacial explota a unos 12 kilómetros de la ciudad
de Winston-Salem, en Carolina del Norte.
Lo hace con la energía de 10 megatones de TNT. El
estallido arrasa la ciudad y sus alrededores. Las víctimas se cuentan por
miles. La humanidad no ha podido hacer nada por evitarlo.
Esta fue la conclusión de un simulacro llevado a
cabo por la NASA los días 23 y 24 de febrero de este año. Este partía de una
premisa simple pero rotunda: ¿qué ocurriría si de repente se descubriera un
meteorito a punto de impactar en la Tierra?
La respuesta, recogida en un informe publicado el 5
de agosto, fue contundente: la humanidad aún no está preparada para algo así.
La prueba sirvió para poner un marcha un simulacro
en el que académicos, científicos y funcionarios del Gobierno de EEUU se
reunieron para tratar de vislumbrar cómo respondería el país a un asteroide que
amenazara al planeta.
Celebrado en el campus del Laboratorio de Física
Aplicada de la universidad Johns Hopkins en Laurel (Maryland), de Raleigh y de
Winston-Salem (Carolina del Norte), el evento contó con más de 200
participantes de 16 organizaciones federales, estatales y locales diferentes.
La parte positiva es que se trataba poco menos que
de un examen imposible de aprobar. "Lo diseñamos para que todos lo que
ocurría coincidiera con aquellas áreas en las que entendemos que tenemos
debilidades", dice Emma Rainey, una científica senior del APL que ayudó a
crear la simulación, a la revista Scientific American, que se ha hecho eco en
primer lugar del experimento.
Los participantes en realidad poco o nada podían
hacer contra el asteroide. El impacto, por tanto, casi debía producirse sí o sí
en una prueba sirvió para probar cómo funciona el intercambio de información
entre las redes gubernamentales y científicas.
La hipótesis tiene sentido. Aunque Hollywood ha
acostumbrado a la humanidad a temer el impacto de un asteroide gigante como el
que destruyó a los dinosaurios, que contenía la fuerza de las bombas nucleares
que explotaron en Hiroshima y Nagasaki multiplicada por 10.000, esto no quiere
decir que haya que olvidarse de sus hermanos más pequeños.
Rápido e efectivo, un asteroide de 10 megatones de
TNT (la humanidad ha creado bombas de hasta 50 megatones) como el que sirve al
ejemplo que plantea la NASA bien podría escapar a los instrumentos de
observación de los expertos el suficiente tiempo como para verlo solo una vez
esté ya encima.
Su impacto, sin embargo, podría tener consecuencias
devastadoras.
No es, ni mucho menos, la primera vez que se hace
una prueba de estas características. En 2013, 2014 y 2016 ya se hicieron
simulacros parecidos, aunque en esta ocasión el examen sirvió para poner en
marcha la Estrategia nacional de preparación para objetos cercanos a la Tierra
y el Plan de azcción, publicado por la Casa Blanca en 2018.
Este plan establece los detalles de quién hace qué y
cuándo, incluyendo a los responsables estatales y locales por primera vez.
Los acontecimientos se desatan una vez el asteroide
TTX22 es descubierto por las autoridades justo antes de estrellarse en Carolina
del Norte. Cuando esto ocurre, ya es demasiado tarde para organizar una misión
para estudiarlo, desviarlo o destruirlo.
El objetivo de plantear esta opción en el simulacro,
explican los expertos, es entender que, por más que Hollywood diga lo
contrario, lanzar al cielo una bomba nuclear para destruir un asteroide no es
algo tan sencillo debido a las implicaciones físicas y hasta políticas que
puede tener una acción así.
Para empezar, porque hacer explotar un asteroide
puede producir una lluvia de rocas casi peor que la amenaza original. Para
continuar, porque lanzar una bomba nuclear al aire puede acabar con la emisión
de radiación al aire o con algún país vecino interpretando lo que no es.
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