Descubren cómo se iluminó el Universo en la noche del Big Bang
Una nueva investigación precisa la forma en la que,
supuestamente, se hizo la luz en el universo primitivo: fue la interacción de
las ondas gravitatorias con la radiación electromagnética lo que iluminó el
universo. La gravedad se convirtió en luz.
La gravedad puede convertirse en luz, pero solo si
el espacio-tiempo se comporta de la manera correcta, según descubrió una
investigación de la que informa el astrofísico Pablo Sutter en la revista
LiveScence.
La gravedad es una de las cuatro interacciones
fundamentales observadas en la naturaleza: atrae a todos los objetos y campos
de materia dotados de masa o energía, y se observa especialmente entre los
planetas, galaxias y demás objetos del universo.
La Teoría General de la Relatividad describe la
gravedad y cómo se comporta en el mundo de los objetos, planetas y galaxias,
pero no alcanza a explicar cómo funciona en el mundo de los átomos y de las
partículas elementales, si es que realmente desempeña algún papel en el
universo cuántico.
Todavía no sabemos si existe una especie de gravedad
cuántica que mantenga cohesionados a los objetos (ondas o partículas) del mundo
subatómico. Hemos especulado con que la gravedad emerge del mundo cuántico o
incluso con que estaría escondida en los agujeros negros. Pero no hemos podido
ir mucho más lejos.
Suponemos que la cohesión que mantiene unidas a las
partículas elementales se basa en gravitones, unas hipotéticas partículas sin
masa que viajarían a la velocidad de la luz entre un cuerpo y otro
"transportando" la gravedad del uno al otro confín del mundo
cuántico.
El estudio al que se refiere Sutter se basa en los
supuestos gravitones y plantea que estas partículas imaginarias tendrían la
propiedad de convertirse en fotones, es decir, de transformarse en luz.
Sutter explica que, en general, las partículas sin
masa no pueden convertirse en masivas, pero que los fotones, que son partículas
de luz sin masa, en determinadas condiciones pueden convertirse en partículas
con masa, como electrones o positrones.
Los autores de la nueva investigación consideran que
los gravitones tienen también esa capacidad excepcional de los fotones y que
habrían manifestado esa propiedad en los primeros tiempos del universo, gracias
a lo cual “se hizo la luz”.
Si nos retrotraemos al universo primitivo, sabemos
que en esos primeros momentos después del Big Bang la cosmología estaba
dominada por las partículas elementales: todavía no habían estructurado las
estrellas, galaxias y cúmulos que hoy conocemos.
También hemos deducido que las energías presentes en
aquellos primeros momentos del universo eran más potentes que las que hemos
sido capaces de generar en los aceleradores de partículas.
Los autores de la nueva investigación añaden que en
ese universo primitivo las ondas gravitatorias también eran diferentes a las que
conocemos en la actualidad.
Las ondas gravitatorias se generan por la
aceleración de los cuerpos masivos del universo y son ondulaciones que se
producen en el tejido espacio-temporal. En el universo primitivo habrían sido
mucho más potentes que las actuales e influido con fuerza en la configuración
del universo, según los autores de la nueva investigación.
También consideran que esas ondas emisoras de
radiación gravitatoria afectaron también al campo electromagnético, que se
genera por la aceleración de las cargas eléctricas y se propaga en forma de
radiación a través del espacio y el tiempo.
Aunque son radiaciones diferentes, tanto la
radiación gravitatoria como electromagnética conviven en el mismo
espacio-tiempo: los autores de la nueva investigación señalan que su
interacción en el universo primitivo habría elevado la radiación cósmica a
energías extremadamente altas, lo que provocó la aparición espontánea y masiva
de fotones.
Los fotones se emiten en muchos procesos naturales,
por ejemplo, cuando se desacelera una partícula con carga eléctrica, por lo que
podrían haberse formado en el universo primitivo por la interacción de las
ondas gravitatorias con el campo electromagnético, según la nueva
investigación.
El proceso habría sido el siguiente, explica Sutter:
aquellas ondas gravitatorias no duraban mucho tiempo debido a la expansión
inicial del universo que las disolvía rápidamente, pero cuando el universo
primitivo se hizo con suficiente materia, esta densidad primigenia redujo la
velocidad de la poca luz que había entonces, de la misma forma que se ralentiza
cuando atraviesa el aire o el agua.
Esa ralentización de los primeros brotes de luz,
según los autores de la nueva investigación, habría permitido que las ondas
gravitatorias duraran más tiempo activas con el campo electromagnético en el
universo primitivo y generaran inundaciones de fotones adicionales que fueron
los que encendieron finalmente a todo el universo. La gravedad se habría así
convertido en luz.
Esta propuesta está en sintonía con las últimas
teorías sobre la génesis de nuestro universo, según las cuales la luz se inició
al comienzo de los tiempos por la interacción de los primeros fotones con las
primeras partículas conocidas como quarks. De todas formas, se trata de una
investigación que se basa en hipótesis y que todavía no está demostrada ni
publicada en una revista revisada por pares, aunque el hecho de que Sutter le
haya prestado atención la hace más atractiva.
No obstante, si asumimos que la nueva teoría podría
ser cierta, podemos suponer que esa luz primigenia alumbró la formación de la
materia y la evolución del universo, permitiendo así que, miles de millones de
años después, formas de vida compleja como la nuestra pudieran contemplar el
espectáculo de planetas, estrellas y galaxias, e incluso reconocerse entre sí e
intercambiar miradas de asombro.
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