Un objeto de 400 toneladas caerá del cielo
Si dentro de ocho años estás navegando por ciertas
partes del océano Pacífico, es posible que te lleves un susto.
El cielo será rasgado por unas 400 toneladas de
metal, que se encenderán por su reingreso a través de la atmósfera. Este
furioso infierno se estrellará contra las aguas, en un área de quizás miles de
kilómetros de longitud, señalando el final de uno de los mayores proyectos de
la humanidad: la Estación Espacial Internacional (EEI).
La EEI ha estado orbitando la Tierra desde que
comenzó su construcción en 1998 y ha recibido a más de 250 visitantes de 20
países desde que llegó su primera tripulación en noviembre de 2000.
"La estación espacial ha sido un gran
éxito", afirmó Josef Aschbacher, el jefe de la Agencia Espacial Europea
(ESA, por sus siglas en inglés), uno de los más de doce socios del programa.
El programa impulsó la colaboración internacional,
sobre todo entre Estados Unidos y Rusia, que se asociaron poco después de la
caída de la Unión Soviética.
La EEI estrechó la colaboración entre los gobiernos
de EE.UU. y Rusia, unos nexos que la invasión a Ucrania han afectado
recientemente.
"Realmente es una de las grandes victorias
internacionales", agregó Thomas Zurbuchen, exdirector científico de la
Agencia Espacial estadounidense, NASA.
Sin embargo, gran parte de los equipos de la
estación tienen décadas de antigüedad, lo que eventualmente podría hacer que se
vuelva peligrosa o incluso incontrolable en órbita, algo que ya le sucedió a la
estación espacial Salyut 7 de la Unión Soviética en 1985, requiriendo dos
cosmonautas para reactivar la estación giratoria.
"No queremos volver a pasar por eso", dice
Cathy Lewis, historiadora espacial del Museo Nacional del Aire y el Espacio de
EE.UU.
Para evitar que vuelva a ocurrir una catástrofe de
este tipo, la EEI será sacada de órbita en 2031, llevándola a través de la
atmósfera para aterrizar de manera segura en el océano Pacífico.
El reingreso será el más grande de la historia y, en
marzo, la NASA solicitó fondos al Congreso para comenzar el desarrollo de un
"remolcador espacial" que podría ser necesario para realizar la
tarea: una nave espacial que puede empujar la estación de vuelta a la
atmósfera.
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