Científicos están desarrollando una «fotosíntesis artificial» que podría ser clave para colonizar Marte
La vida en la Tierra debe su existencia a la fotosíntesis, un proceso que tiene 2.300 millones de años. Esta reacción inmensamente fascinante —y aún no completamente comprendida— permite a las plantas y otros organismos recolectar luz solar, agua y dióxido de carbono mientras los convierte en oxígeno y energía en forma de azúcar.
La fotosíntesis es una parte tan integral del
funcionamiento de la Tierra que prácticamente la damos por sentada. Pero a
medida que miramos más allá de nuestro propio planeta en busca de lugares para
explorar y asentarnos, es obvio cuán raro y valioso es el proceso.
Por esta razón, Brigitte Lamaze, ingeniera de
control ambiental y soporte vital de la Agencia Espacial Europea (ESA) y sus
colegas están avanzando en el desarrollo de una fotosíntesis artificial.
«La necesidad humana de oxígeno hace que los viajes
espaciales sean complicados. Las restricciones de combustible limitan la
cantidad de oxígeno que podemos llevar con nosotros, especialmente si queremos
hacer viajes de larga distancia a la Luna y Marte. Un viaje de ida a Marte
suele durar del orden de dos años, lo que significa que no podemos enviar
fácilmente suministros de recursos desde la Tierra», explicó Lamaze.
Y si bien ya existen formas de producir oxígeno
mediante el reciclaje de dióxido de carbono —como la electrólisis que utiliza
paneles solares en la Estación Espacial Internacional (EEI)—, estas tecnologías
son poco fiables, ineficientes, pesadas y difíciles de mantener.
Por lo tanto, continúa la búsqueda de sistemas
alternativos que puedan emplearse en la Luna y en viajes a Marte. Una
posibilidad es recolectar energía solar —que es abundante en el espacio— y usarla
directamente para la producción de oxígeno y el reciclaje de dióxido de carbono
en un solo dispositivo.
La única otra entrada en un dispositivo de este tipo
sería el agua, similar al proceso de fotosíntesis que ocurre en la naturaleza.
Eso evitaría configuraciones complejas donde los dos procesos de recolección de
luz y producción química están separados —como en el EEI—.
Esto es interesante ya que podría reducir el peso y
el volumen del sistema, dos criterios clave para la exploración espacial. Pero
también sería más eficiente.
«Podríamos usar energía térmica (calor) adicional
liberada durante el proceso de captura de energía solar directamente para
catalizar (encender) las reacciones químicas, acelerándolas así. Además, el
cableado y el mantenimiento complejos podrían reducirse significativamente»,
señaló Lamaze. «Produjimos un marco teórico para analizar y predecir el
rendimiento de tales dispositivos integrados de “fotosíntesis artificial” para
aplicaciones en la Luna y Marte».
En lugar de clorofila, que es responsable de la
absorción de luz en plantas y algas, los dispositivos propuestos por el equipo
de científicos europeos utilizan materiales semiconductores que pueden
recubrirse directamente con catalizadores metálicos simples que respaldan la
reacción química deseada.
«Nuestro análisis muestra que estos dispositivos
serían viables para complementar las tecnologías de soporte vital existentes,
como el conjunto del generador de oxígeno empleado en la EEI. Este es
particularmente el caso cuando se combina con dispositivos que concentran la
energía solar para impulsar las reacciones —esencialmente grandes espejos que
enfocan la luz solar entrante—. También hay otros enfoques. Por ejemplo,
podemos producir oxígeno directamente del suelo lunar (regolito). Pero esto
requiere altas temperaturas para funcionar», dijo Lamaze.
Los dispositivos de fotosíntesis artificial, por
otro lado, podrían operar a temperatura ambiente a las presiones que se
encuentran en Marte y la Luna. Eso significa que podrían usarse directamente en
los hábitats y usar el agua como recurso principal.
Esto es particularmente interesante dada la
presencia estipulada de agua helada en el cráter lunar Shackleton, que es un
sitio de alunizaje anticipado en futuras misiones.
En Marte, la atmósfera se compone de casi un 96 % de
dióxido de carbono, lo que parece ideal para un dispositivo de fotosíntesis
artificial. Pero la intensidad de la luz en el planeta rojo es más débil que en
la Tierra debido a la mayor distancia al Sol.
«De hecho, calculamos la intensidad de la luz solar
disponible en Marte. Mostramos que efectivamente podemos usar estos
dispositivos allí, aunque los espejos solares se vuelven aún más importantes»,
respondió la ingeniera. «La producción eficiente y fiable de oxígeno y otros
productos químicos, así como el reciclaje de dióxido de carbono a bordo de las
naves espaciales y en los hábitats, es un desafío tremendo que debemos dominar
para las misiones espaciales a largo plazo».
Los beneficios de una fotosíntesis artificial serían
enormes. Por ejemplo, podríamos crear atmósferas artificiales en el espacio y
producir los productos químicos que necesitamos en misiones a largo plazo, como
fertilizantes, polímeros o productos farmacéuticos.
Además, los conocimientos que obtenemos al diseñar y
fabricar estos dispositivos podrían ayudarnos a enfrentar el desafío de la
energía verde en la Tierra.
«Tenemos la suerte de tener plantas y algas para
producir oxígeno. Pero los dispositivos de fotosíntesis artificial podrían
usarse para producir hidrógeno o combustibles a base de carbono —en lugar de
azúcares—, abriendo una vía verde para la producción de sustancias químicas
ricas en energía que podemos almacenar y usar en el transporte».
«La exploración del espacio y nuestra futura
economía energética tienen un objetivo a largo plazo muy similar: la
sostenibilidad. Los dispositivos de fotosíntesis artificial bien pueden
convertirse en una parte clave para lograrlo», concluyó Lamaze.
..
Comentarios
Publicar un comentario