Arabia Saudí brinda con petróleo en la cumbre del clima
La delegación saudí en la cumbre del clima de Dubái (COP28) no cabe en sí de gozo. Tras manifestarse radicalmente en contra de abrir cualquier debate sobre la necesaria eliminación de los combustibles fósiles (“ni progresiva ni rápida, absolutamente no”, dijo su ministro de Energía) ha logrado que en el último borrador del acuerdo, que solo puede aprobarse por consenso, no se haga ninguna mención al concepto phase out fossil fuels con el que técnicamente se hace referencia a su erradicación, pese a admitir que se hable de su reducción gradual (phase down).
De ese modo, y con la connivencia activa del
polémico presidente de la cumbre, Sultan Al Jaber, los países productores de
petróleo han logrado redirigir el tramo final de las negociaciones hacia cómo
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en lugar de
establecer un calendario concreto para eliminar las principales fuentes de
energía que las causan. La única fósil que parece definitivamente abandonada a
su suerte y condenada a su abandono es el carbón, para quien el borrador final
admite la necesidad de “reducir rápidamente su producción y uso, limitando los
permisos de extracción y generación de energía nueva”. Pero eso no es nada
nuevo, pues recordemos que el carbón ya salió muy tocado de la cumbre celebrada
en Glasgow (COP26).
Llegados a este punto las discusiones de las
delegaciones de los casi 200 países reunidos en la zona azul del Expo City
Dubai se centran ahora en cómo sacar de la chistera la fórmula mágica que
permita contener las temperaturas por debajo del grado y medio de aumento sin
reducir las emisiones de GEI, unas emisiones asociadas en su mayor parte (hasta
el 77% del total) a la producción y consumo de combustibles fósiles.
Para ello en las próximas horas van a ir ganando
protagonismo conceptos como el de los denominados “sistemas energéticos con
emisiones netas cero”: un concepto tan ambiguo que hasta los propios saudís,
principales exportadores mundiales de gas natural y petróleo lo dan por bueno,
ya que en ese amplio abanico cabe la posibilidad de seguir desarrollando su
industria mediante el empleo de tecnologías de secuestro de GEI que, “de
conformidad con la ciencia” les permitan obtener lo que ellos denominan
"combustibles neutros en carbono" y recurrir a su famoso oxímoron de
petróleo sostenible para prolongar su hegemonía en el mercado energético
mundial.
La situación es tan delicada que hasta el propio
António Guterres, secretario general de la ONU, ha renunciado al uso de sus
agudos aforismos climáticos para aceptar un mundo a dos velocidades hacia la
reducción de las fósiles, de manera que “los países más desarrollados inicien
antes su reducción” (ya no habla de abandono) mientras el resto agiliza su
transición hacia las renovables y rebaja su uso para "lograr el cero neto
global para 2050 y preservar el objetivo de un aumento de las temperaturas por
debajo de los 1,5 grados".
En cualquier caso, lo que sí incluye el borrador
actual es el mandato de “triplicar la capacidad de energía renovable a nivel
mundial” así como “acelerar el despliegue de vehículos de cero emisiones” o
“duplicar la tasa de eficiencia energética para 2030”. Incluso si el redactado
actual se mantiene hasta el final, cosa que no está clara, sería la primera vez
que un acuerdo de una COP pidiera a los países que redujeran su producción de
combustibles fósiles.
Un aspecto que para la delegación de la UE, con el
apoyo de EEUU y cerca de un centenar de países más, es del todo innegociable,
pero que podría verse en entredicho si Arabia Saudí y sus aliados lanzan una
última ofensiva para debilitar aún más el lenguaje y eludir incluso el phase
down. Lo sabremos este martes, fecha prevista para la clausura, o el miércoles,
pues el nivel de atasco en las negociaciones es tan grande lo más probable es
que se demore hasta entonces.
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