"Ballenas abuelas": algunas hembras alargan su vida para cuidar a sus nietos
Los humanos y las ballenas tienen algunas
características en común. Entre ellas se encuentra la menopausia. Algunas
especies de este cetáceo dejan de ser fértiles a cierta edad y pasan a ser
consideradas como "ballenas abuelas".
Todas estas hembras tienen dientes en vez de barbas
(odontocetos) y, como la especie humana, viven en grupos sociales formados por
varias generaciones. En ese sentido, significan una gran ayuda para sus
comunidades, ya que alargaron su vida para cuidar a sus nietos.
"Las cinco especies de odontocetos que
evolucionaron hacia la menopausia viven unos 40 años más de lo esperado para
las mismas especies que no tienen la menopausia", dijo Samuel Ellis,
investigador de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y primer autor del
trabajo que reveló esta característica y que fue publicado en la revista
científica Nature. Este dato recuerda al caso las mujeres humanas, que viven
más del 40% de su vida después de la fase reproductiva.
Por otro lado, Ellis destacó que el fin del periodo
menstrual asomó en las distintas especies de forma independiente y no de un
ancestro común. Entre estas especies están las orcas, la orca negra (llamada
también falsa orca), los calderones, los narvales y las belugas.
Además, sobreviven no solo más que las hembras de
otras especies de tamaño similar, sino que las de estas cinco especies viven
más que los machos de su propia especie. Por ejemplo, las hembras de orcas
llegar hasta los 70 u 80 años, mientras que los machos suelen morir a los 40.
Que las mujeres post reproductivas fueran esenciales
en la evolución humana dio lugar a la "hipótesis de la abuela": con
crías que necesitan años de cuidados y la necesidad de transferencia cultural,
tantos años sin fertilidad no significaron una desventaja.
Los investigadores había descubierto que la tasa de
mortalidad de la descendencia aumenta cuando las madres son mayores. Así,
cuando una madre y una hija coincidían en tener crías, la de la primera tenía
1,67 veces más probabilidades de morir.
Según Darren Croft, también de la Universidad de
Exeter y autor de la investigación, "la segunda parte de la historia tiene
que ver con que las ballenas alargaron su vida", ya que "las hembras
de estas especies minimizaron la competición por la reproducción, alargando la
duración de su vida, pero manteniendo la reproductiva más corta. Es el mismo
patrón vital que observamos en los humanos".
"Uno de los beneficios clave que hemos visto
(en trabajos anteriores) con los que las hembras no reproductivas ayudan al
grupo familiar es almacenando conocimiento ecológico del dónde y el cuándo encontrar
comida", señaló.
Y agregó: "Esta experiencia que adquieren a lo
largo de su vida es crucial cuando tienen que enfrentarse a tiempos de escasez.
Y vemos los mismos patrones en las sociedades humanas de cazadores recolectores
en tiempos de sequía o en momentos de conflicto social, cuando se giran hacia
sus ancianos”.
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